Rosa o Manuel son dos de las personas que viven de la fábrica de Alcoa. El marido de Rosa traslada a diario a los trabajadores y ella lleva 26 años atendiéndoles en el restaurante.

"Para comer, casi todo el mundo es de allí. Yo estoy de alquiler y mantener todo es gracias a ellos, a los que trabajan allí", nos cuenta.

No sabe cómo va a seguir si 524 personas se van a la calle, mucho menos si la planta termina cerrando. Lo mismo Manuel, con hostal y restaurante, que no cree que se pueda mantener solo del turismo: "A ver a qué nos vamos a dedicar si cierran".

Como ellos, miles de familias de la comarca de A Mariña dependen de Alcoa. Sus dos plantas son casi un tercio de toda la economía de Lugo. El ERE sólo afecta a la planta de aluminio, la más grande de las dos.

Si finalmente termina cerrando, podría suponer despidos también en la de alúmina, que es su materia prima. Los trabajadores también se verían obligados a marcharse de la zona, algunos con trabajos muy específicos en la única planta de aluminio primario que queda en España.

Factores por los que algunos temen que ni siquiera puedan volver a trabajar. Las protestas continúan para intentar frenar un ERE, que la Xunta califica como "fraudulento". El Ministerio de Industria estudia ya cómo poder evitarlo.