Rafael Abril, militante del PSOE, era ferroviario en un pueblo de Aragón. Un día de 1936, agentes de la Guardia Civil fueron a buscarlo a casa. Entonces, su hija Mercedes solo tenía tres años: "Se presentaron un buen día, el 17 de septiembre, y se lo llevaron". Nunca más volvieron a verlo.

Supieron que lo habían enterrado en una fosa común de Calatayud, y allí iban a honrar su memoria y llevarle flores. No obstante, sin previo aviso, en 1959 lo trasladaron al Valle de los Caídos. Ahora, 60 años después, Mercedes podrá cumplir la promesa que le hizo a su madre antes de que esta muriera.

"Es una alegría tremenda. Una vez consiga recuperar los restos de mi padre, los llevaré junto a su mujer. Ella murió pensando en él", asegura Mercedes. Saben que el proceso será largo, pero 31 familias como la de Mercedes saben podrán al fin recuperar los restos llevados a Cuelgamuros de sus seres queridos; 31, por ahora, entre 33.000.

"Que se abra la puerta hacia fuera está creando la oportunidad de que el mismo derecho que van a tener estas 31 familias lo tengan otras que van a aparecer seguro", explica Emiliano Silva, presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica.

Así, podrán, como Mercedes, cerrar heridas. "Que estén los dos juntos será lo mejor para mí. Una vez que haga eso, ya quedaré tranquila", afirma Mercedes, que tiene la sensación de haber llegado demasiado tarde: "Por mi madre".

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