El auto judicial del 'Caso Titella', en el que está involucrado el productor de televisión y empresario José Luis Moreno, señala que hay indicios de la existencia de una organización criminal, que opera a nivel internacional, "cuya actividad delictiva se diversifica en diferentes especialidades de fraude y estafa a entidades bancarias e inversores privados". El texto, al que ha tenido acceso laSexta en exclusiva, indica que el principal receptor y beneficiario de estos fondos era el propio José Luis Moreno, y que para ello se valía de su fama. El único objetivo de este entramado empresarial fraudulento era para él obtener la financiación necesaria para poder "continuar con su elevado tren de vida".

Según el citado auto de entrada y registro del caso, Moreno "prestaría su nombre como tarjeta de visita, para que tuvieran mucho más fácil conseguir financiación en entidades bancarias". También sería el encargado de presentar el proyecto cinematográfico o televisivo para el cual se requería financiación. En una ocasión, llegaron a estafar a un empresario argentino 31 millones de euros por un proyecto que nunca llegó a relizarse.

En este 'modus operandi', que "perdura en el tiempo", también formulan como líderes de esta estructura "dividida en células operativas" Antonio Aguilera y Antonio José Salazar de Castro. Los tres habrían comenzado a trabajar juntos en 2017.

Mientras que Moreno prestaba su nombre como "tarjeta de visita", Aguilera y Salazar eran los encargados de conseguir sociedades, maquillarlas, poner un testaferro y presentarlas ante los bancos como las beneficiarias de la financiación necesaria para el desarrollo de sus actividades. Actividades que en la mayoría de los casos se ha comprobado que no existían, puesto que la única finalidad de estas empresas pantalla era la de "lucrarse de manera ilegitima".

Una segunda organización criminal dedicada al tráfico de drogas

El auto además habla de otra organización ilegal, ligada a la primera, liderada por Carlos José Brambilla Ulloa, y cuya actividad principal sería el tráfico internacional de drogas.

Para blanquear el dinero negro obtenido de esta actividad, los empresario usaban la Organización de Aguilera y utilizaban como intermediario entre ambos a otro empresario, Gerardo Mauricio García Quintero.

Así movían el dinero: empresas sin ningún tipo de actividad y colaboradores dentro de los bancos

Gracias a las intervenciones telefónicas que se han llevado a cabo durante la investigación se ha sabido que ambas organizaciones movían grandes cantidades de dinero en efectivo, aproximadamente un millón de euros cada 15 o 20 días.

En algunas ocasiones trataban de dar salida a este dinero efectuando ingresos en efectivo en las cuestas de sus sociedades simulando que provenía de su actividad mercantil. Pero también contaban con colaboradores dentro de las oficinas bancarias, empleados a los que pagaban a cambio de introducir este dinero negro en el circuito legal nuevamente.

El verdadero destino de los fondos

Pese a que las sociedades implicadas actuaban como "cuentas puente" de los fondos recibidos y servían solo para justificar el pago de facturas o el abono de deudas, el verdadero destino del dinero era otro.

A veces consistía en el retorno de los fondos a la sociedad de su origen, su remisión a cuentas de sociedades controladas por la organización o bien su envío a cuentas de sociedades financieras extranjeras ubicadas en países como Alemania, Chequia o las Maldivas.

Se benefician de los créditos ICO por el COVID-19

Este entramado empresarial dirigido por José Luis Moreno para estafar usaba cualquier operativa bancaria que le pudiese proporcionar beneficios económicos. Así lo detalla el auto que concluye que los empresarios incluso se están beneficiando en la actualidad de loscréditos ICO que se conceden a raíz de la crisis sanitaria del coronavirus.

Una gran cantidad de colaboradores en la trama

José Luis Moreno y Antonio Aguilera, cabecillas de esta trama, contaban con la colaboración de numerosas terceras personas, sin quienes, apunta la investigación, hubiera sido imposible llevar a cabo la organización, planificación y ejecución de la mayoría de las estafas.

Abogados, gestores financieros, empleados de banca y otras personas de su especial confianza han hecho posible este entramado en el que están involucradas un gran número de sociedades.