Si al final salen las cuentas, echará a andar una legislatura que ya se prevé bronca por lo visto en las sesiones de investidura. En ellas, se pudo ver a Casado hablando de un "gobierno de pesadilla" o a Sánchez respondiéndole que "será su epitafio político, deje las trompetas del apocalipsis de la ultraderecha".

Porque este fin de semana ha habido insultos como los de Arrimadas tachando al candidato de "peligro para nuestro país" o los de Abascal, que le llamó "fraude", "mentiroso" o "estafador".

Pero también hubo respuestas al mismo son de los futuros socios de gobierno. Y es que mientras que Sánchez afirmaba que "lo que realmente les duele es no gobernar y ese dolor se les hace insoportable", Iglesias decía que "el problema de la ultraderecha y la ultra-ultraderecha es que antes que españoles son reaccionarios".

Ante tanta agitación, Baldoví le prescribió una tila a la bancada de la derecha, pero el tono se volvió más áspero con la intervención de la diputada de Bildu, que escuchó gritos de "asesinos".

El exdiputado socialista y víctima de ETA, Eduardo Madina, ha criticado la utilización de los asesinados por ETA durante la sesión de investidura recordando que "hay algunos nombres que conviene no citar porque son demasiado grandes".

Avergonzado también por la imagen dada, un recién estrenado diputado como Tomás Guitarte, de Teruel Existe, reconocía que le estaba "escandalizando el lenguaje, que un ciudadano normal no entiende". Y un veterano como Aitor Esteban ya lo ha asumido y piensa que "va a ser en los próximos meses el pan nuestro de cada día".