Con gorra, megáfono en mano y dejándose la garganta, Juan García-Gallardo no se ha perdido ni una de las concentraciones frente a la sede del PSOE. El vicepresidente de la Junta de Castilla y León, de Vox, ha estado en todas las protestas, profiriendo cánticos que, para la oposición, rompen la institucionalidad.

Todo ello, durante un mes de noviembre en el que se le ha visto cumplir con sus obligaciones gubernamentales en contadas ocasiones: concretamente, hay que remitirse al pasado día 3 de noviembre para ver un acto en su agenda, el mismo día que empezaron las movilizaciones en la madrileña calle Ferraz.

Desde entonces, no ha faltado a ninguna: ha cancelado los actos de estos 11 días para tenerlos libres y corear lemas como "esas lecheras, a la frontera", "los periodistas blanquean los golpistas" o "noviembre nacional". Este martes también se ha acercado a la protesta de estudiantes contra la amnistía en la Universidad Complutense de Madrid.

La semana pasada sí participó en el pleno de las Cortes de Castilla y León, donde precisamente hizo gala de a qué se estaba dedicando: "El domingo estuve en Burgos, ayer estuve en Tordesillas y esta tarde voy a estar frente a la sede del PSOE en Valladolid protestando", clamó. Quien ocupara su cargo, Francisco Igea, le ha reprochado su actitud: "Un vicepresidente debe mostrar su fuerza en las instituciones, no convertirse en un hooligan. Vergüenza ajena", ha aseverado a través de sus redes sociales.

Desde el PSOE no solo le recriminan que no trabaje por la comunidad, sino que "además lo hace proclamando, infiriendo, cantando y gritando cánticos de corte racista y xenófobo, además de cánticos fascistas", según ha denunciado Patricia Gómez, viceportavoz socialista en Castilla y León.

Mientras, él sonríe satisfecho por coincidir como cabeza de cartel con el nuevo fichaje de Santiago Abascal: Tucker Carlson, el periodista despedido de la cadena 'Fox' que apareció en la última noche de protestas frente a la sede nacional del PSOE.