El lugar elegido por ETA para escenificar su disolución fue Villa Arnaga, un palacete de estilo neovasco construido por el autor Cyrano de Bergerac a principios del siglo XX.

Entre los invitados internacionales había nombres como el de Gerry Adams, líder histórico del brazo político del IRA, así como el exprimer ministro irlandés, Bertie Ahern; o el que fue jefe de gabinete de Tony Blair y negociador principal británico en el proceso de paz norirlandés.

En representación de los partidos vascos estuvo el presidente del PNV, Andoni Ortuzar; el coordinador general de EH Bildu, Arnaldo Otegi; y Eukene Arana, de Podemos.

El acto empezó con un minuto de silencio para recordar a las víctimas de ETA. Después de ello, el primero en hablar fue el abogado sudafricano que ha liderado este proceso, Brian Currin, quien asegura que "es un día para celebrar".

En su discurso hubo una petición que traerá cola, y es que ha pedido libertad para lo que él llama "presos políticos vascos". "Mientras sigan siendo prisioneros, el proceso no será completo", afirma.

Ni siquiera Gerry Adams ha ido tan lejos, aunque sí ha pedido el acercamiento de los etarras presos porque en su opinión, eso "no sería un signo de debilidad, sino una señal positiva de compasión y de compromiso". Eso sí, dice que se haga siempre tras escuchar a las víctimas.

Para terminar, una declaración leída en cuatro idiomas en la que se ha pedido una solución no sólo para los presos, sino también "para las personas que se encuentran huidas".