Los logros del exministro
Del "estupor" del juez al cabreo del Congreso: Ábalos se salva de Soto del Real y enfrenta a dos poderes del Estado
El contexto El exministro enfrentaba este miércoles una jornada clave que arrancaba con la sombra de acabar en prisión provisional tras declarar ante el magistrado que si bien lo mantiene en libertad observa "indicios muy consistentes" contra él.

Resumen IA supervisado
El juez del Tribunal Supremo, Leopoldo Puente, ha expresado su "estupor" ante la continuidad de José Luis Ábalos como diputado, pese a los indicios de delitos graves relacionados con su función pública. Aunque no ha ordenado prisión provisional, sugiere que el Congreso debería considerar mecanismos legales para retirar el acta a quienes enfrentan tales acusaciones. Esta postura ha generado malestar en el Congreso, que defiende la separación de poderes y el cumplimiento de las leyes vigentes. Ábalos, acusado de corrupción y otros delitos, ha evitado la cárcel, ya que el juez considera que el riesgo de fuga no es suficiente para justificar su detención preventiva.
* Resumen supervisado por periodistas.
¿Puede un juez del Tribunal Supremo deslizar que un diputado no debe seguir siendo diputado aunque esté manchado de 'txistorras', 'lechugas' y 'folios'? Porque eso es lo que ha hecho en su auto de este miércoles el juez del Tribunal Supremo Leopoldo Puente que instruye el caso Koldo, después de la 'no' declaración del exministro de Transportes, José Luis Ábalos. No lo ha enviado a prisión provisional, pero sí ha mostrado su "estupor" por que siga sentado en su escaño. De momento, el exministro está libre y en el Congreso están cabreados con el juez.
En concreto, el magistrado Puente señala en el escrito al que ha accedido laSexta que "no es ajeno al natural estupor que produce que una persona, frente a la que gravitan tan consistentes indicios de la eventual comisión de muy graves delitos, estrechamente relacionados además con el viciado ejercicio de la función pública, pueda mantenerse, en el curso del procedimiento penal que se sigue contra él, ejerciendo a la vez las altas funciones que corresponden a un miembro del Congreso de los Diputados".
De esas funciones, detalla "el control de la acción del Gobierno y la aprobación de normas con rango de ley". De hecho, entiende que "se trata de un buen motivo para la reflexión", al tiempo que desliza que el derecho a la presunción de inocencia, "de máxima relevancia" y recogido en la Constitución, "no sería obstáculo, necesariamente, para que pudiera articularse por ley algún mecanismo apto para impedirlo".
Cabreo en el Congreso y no desde las bancadas
De esta manera, el juez desliza que la Cámara Baja debería hacer algo para impedirlo, es decir, para retirarle el acta. Consideración que ha generado cierto cabreo y malestar, según se desprende de las declaraciones que fuentes parlamentarias han hecho a esta cadena, una vez conocido el auto completo. "Nosotros creemos en la separación de poderes y en que el papel del poder judicial es cumplir las leyes, no opinar sobre ellas".
Incluso, recuerdan que "el artículo 14.1 del Reglamento del Congreso obliga al Supremo a comunicarle los autos y sentencias que se dicten que afecten a Ábalos", pero no se les "ha comunicado nada". "Quizá en vez de recomendar que cambiemos las leyes, sería mejor que cumplan las ya existentes", han exigido, para a continuación reiterar que "el Congreso está cumpliendo su reglamento vigente".
Mordidas sí, prisión no
Más allá de este peculiar enfrentamiento entre dos de los poderes del Estado, la jornada en el Alto Tribunal ha dejado otras cuestiones a destacar. Si bien Ábalos ha logrado, por ahora, sortear la prisión provisional, en su auto el juez aprieta al ya exosocialista, al observar "indicios muy consistentes" de que tanto él como el que fuera su asesor Koldo obtuvieron "ilícitos rendimientos económicos a cambio de adjudicaciones indebidas de obras públicas".
En definitiva, el magistrado cree que Ábalos cobró mordidas. En concreto, cree que Ábalos podría tener dinero en metálico a nombre de terceros que no ha sido localizado en el curso de la investigación; que su patrimonio aparece entremezclado durante muchos años con el de Koldo; al tiempo que se refiere a los pagos que le hacía su hijo Víctor.
Entonces, con indicios de delito de pertenencia a organización criminal, tráfico de influencias y cohecho, a los que podría sumarse otro de malversación, ¿por qué no le ha mandado a la cárcel? Interrogante que el magistrado justifica en que si bien hay un riesgo de fuga creciente, no tiene la intensidad suficiente para declarar su prisión provisional. De hecho, subraya que se trata de una medida "excepcional" que debe aplicarse con "cautela". Eso sí, no descarta que pueda acordarse en un futuro.
Alcachofas no, ¿'txistorras' sí?
Todo, en una jornada clave para el exministro que ha abandonado el Tribunal Supremo por la puerta principal, a pie y en taxi hacia el Congreso, pese a que eran muchas las posibilidades de haberlo hecho por la trasera en un furgón policial rumbo a la cárcel de Soto del Real. Si bien todo ha salido a pedir de boca para Ábalos, no ha evitado que previamente su asesora haya tratado de impedir a los periodistas que hicieran su trabajo.
Pocos minutos después de las nueve de la mañana, el todavía diputado salía del Congreso donde cuenta con un despacho. Allí, le esperaba algún que otro reportero que buscaba saber cómo enfrentaba la comparecencia ante el juez. Sin embargo, para su asesora el objetivo era el de "desequilibrarlo", tal y como le ha afeado al periodista.
Precisamente, este se defendía subrayando que no habían "hecho nada", pero para la asesora no era suficiente: "No. No quiero que le metáis la alcachofa", espetaba. Entonces, incidía en que no desequilibrarlo, porque "ya bastante" tenía "que pelear". El exministro salía y el reportero preguntaba, cuando la asistente ha tratado de cubrir con su cuerpo la cámara que grababa, hasta que el propio Ábalos le ha pedido que cejara en el empeño cuando se subía al taxi: "René, déjalo, déjalo".
Del Congreso al Supremo, y vuelta
Ya eran cerca de las nueve y media, cuando Ábalos llegaba al Supremo. De nuevo, entre la expectación de los periodistas y clamores de algunos manifestantes que se han apeado en la puerta del Alto Tribunal: "¡Ábalos, putero, no pagues las putas con nuestro dinero!", se ha podido escuchar, en referencia a los vergonzosos mensajes intercambiados con su exasesor Koldo en los que trataban a las mujeres como carne de ganado.
Tras 40 minutos frente al juez y cinco horas exactas esperando qué decidía, el exministro salía libre y sin fianza, pero sin abogados. Nada que extrañe al tener en cuenta la mala relación con su defensa. Diez minutos después, llegaba a donde había empezado la mañana. En definitiva, Ábalos termina la jornada más aferrado a su escaño y más lejos de Soto del Real. De momento.
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