Aún sin conocer oficialmente dónde está residiendo Juan Carlos I, la única certeza es a cargo de quién corre su seguridad. El pasado lunes, desde Argelia, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, fue tajante a este respecto: "Evidentemente concierne al Estado español". El rey emérito costearía sus propios gastos fuera de España.
En caso de recibir favores o regalos de la gente adinerada con la que se relaciona, estos seguirían estando sometidos al reglamento de la Familia Real. "Porque sigue manteniendo el título honorífico de rey y, además, jurídicamente, forma parte de la familia Real", ha explicado el magistrado Joaquim Bosch.
A los pocos meses de su proclamación, Felipe VI aprobó una normativa sobre las dádivas que puede recibir la Familia Real, diferenciando entre los regalos de carácter institucional, de carácter personal y los que corresponden a usos habituales, sociales o de cortesía. Solo pueden aceptar estos últimos.
"Dentro del concepto 'regalo' pueden caber muchas cosas. Por lo tanto, es necesario, sobre todo en el momento actual, con la situación del rey emérito, un perfeccionamiento", ha apuntado el economista Gonzalo Bernardos. Los miembros de la Familia Real no pueden viajar gratis en vuelos comerciales, y tampoco recibir préstamos sin interés o aceptar cualquier favor que condicione el desarrollo de sus funciones.
¿Qué sucedería entonces si algún amigo le ofrece alojamiento o transporte gratuito al emérito? Según Joaquim Bosch, "formaría parte de esos usos habituales o de cortesía que, si viaja a un país, se le aloje puntualmente en un hotel, se le invite a una cena o se le paguen gastos muy puntuales de viaje".
Iría, por tanto, más allá de la hospitalidad y de la cortesía "que al rey emérito se le regalara el uso de una residencia de lujo durante mucho tiempo a medio-largo plazo sin que tuviera que pagar ninguna cantidad, o que se le regalara un vehículo o cualquier otro medio de transporte", ha precisado el magistrado.
De incumplir la normativa, los expertos señalan varias medidas aplicables. La más drástica, según ha continuado Joaquim Bosch, es “apartar jurídicamente al rey emérito de la Familia Real”. En todo caso, esa decisión le correspondería tomarla a Felipe VI.