Han pasado 365 días desde que Araceli Rosario Hidalgo, de 96 años, recibió la primera dosis de la vacuna en España. Vivía en una residencia y a ella se le administró Pfizer, un pinchazo que marcó un antes y un después para todos.

Llegaba la esperanza tras casi un año encerrados, este era el primer paso. Menos de un mes después se autorizaba el uso de una segunda vacuna, la de Moderna, que llegaba a nuestro país el 12 de enero. Y poco más tarde, en el mes de San Valentín comenzó la vacunación con la británica AstraZeneca.

En febrero, se alcanzaban por primera vez más dosis suministradas que casos de coronavirus. En marzo, a la lista de vacunas se sumaba la monodosis de Janssen, utilizada especialmente en temporeros.

Ese mismo mes, Alemania, Francia y España suspendían temporalmente la vacunación con AstraZeneca tras algunos casos de trombosis.

También por aquel entonces, los países comenzaron a hablar de un pasaporte COVID-19 que se empezaría a emitir en julio, aunque los españoles seguíamos con nuestras restricciones.

No fue hasta junio que arrancó la vacunación de los mayores de 40, cuando más del 33% de los españoles habían recibido la vacuna. Y pinchazo tras pinchazo durante todo el verano, nos presentamos en septiembre con más de un 70% de población vacunada.

Pero cuando nos creíamos inmunes apareció la tercera dosis que se ha recomendado ya a toda la población aunque las comunidades priorizan dosis para los mayores y los más vulnerables.

Hace tan solo unos días dio comienzo otra de las etapas importantes en este proceso, lavacunación de los más pequeños (de 5 a 12 años), que se inició el 15 de diciembre.

En este última semana, además, se ha respaldado el uso de una nueva vacuna, Novamax. En un punto en el que más del 79% de la población está ya vacunada.

Con el resumen de este año se puede afirmar que España es uno de los países más eficaces a la hora de inocular la vacuna contra el coronavirus.