La Asamblea Nacional Catalana ha presionado a los partidos independentistas para evitar una repetición electoral a diez días de la fecha límite les urge a pactar y formar gobierno. En una manifestación en la que han participado 1.200 personas los independentistas han manifestado que "se les acaba la paciencia". Así, la organización ha asegurado que no va a apoyar el Gobierno si no es claramente independista o si hay repetición electoral.

Aun así, la entidad ha destacado el importante papel del Consell de la República, uno de los escollos pendientes del independentismo, ya que ERC y Junts discrepan del papel que debe asumir esta entidad, en manos de Puigdemont, ya que Junts considera que se trata del adalid de su causa ante los tribunales internacionales.

Un hecho que Carles Ferreira, politólogo en la Universidad de Kent, explica afirmando que "Junts sigue con la narrativa de que Puigdemont es el presidente legítimo y hay que dar un papel preponderante al entorno de Waterloo".

En este marco, de nada han servido hasta ahora las negociaciones entre ERC y Junts Per Cat en la pugna por liderar el independentismo. Las fricciones entre ambas formaciones independentistas se forjaron en el Govern y en campaña se volvieron explícitas. El motivo, según la politóloga y periodista Estefanía Molina, es que "Junts usó mucho la idea de que ERC iba a pactar un tripartito para intentar pincharle", algo, dice, que "a ERC le molestó".

Tampoco hay acuerdo de las formaciones independentistas en una estrategia unitaria en el Congreso de los Diputados. Por su parte, Junts cuestiona la mesa de diálogo, a juicio de la politóloga Estefanía Molina, por demostrar que la estrategia biteralista de ERC "no funciona".

El resultado de estas discrepancias es la falta de acuerdo en la Generalitat. Si en diez días no hay acuerdo, habrá nuevas elecciones. En ese caso, Junts ya no podría explotar, como hizo en la anterior, un hipotético entendimiento entre Esquerra y el PSC y la reedición del tripartito.

Además, volver a las urnas también podría modificar el escenario no independentista. El nivel de abstención podría variar en unas segundas elecciones en pandemia, y más aún dado el alcance de la decepción del independentismo por el fracaso de las negociaciones después de que en febrero, y por primera vez, se superara la simbólica cifra del 50% de los votos.