Los últimos instantes de esta campaña electoral, técnicamente circunscrita a la Comunidad de Madrid, no han dejado indiferente a nadie. Madrid ha alzado el vuelo, más si cabe, y la dimensión que ha tomado la elección de su parlamento regional es innegable: la batalla ya no parece que sea por gobernar la autonomía, sino por ver cuál es el modelo que se impone. El maniqueísmo político llevado hasta las últimas.

La campaña se intuía dura: cuando Pablo Iglesias dejó la vicepresidencia segunda del Gobierno para bajar a la arena madrileña se confirmó lo que Isabel Díaz Ayuso venía arrogándose desde la gestión de la pandemia. El protagonismo de Madrid, conversación constante, torrente de informaciones y proclamas. Gozar de un estatus de autonomía que decide la voluntad de todo un país.

Y las últimas horas de una campaña inolvidable -en todos los sentidos- sólo han hecho cristalizar esa sensación. Tras unas semanas marcadas por la polarización extrema, por los ánimos caldeados, por la proliferación de amenazas y los sobres con balas, por los agrios choques verbales y dialécticos, las elecciones del 4 de mayo tienen cierto regusto a plebiscito.

El sueño de la mayoría absoluta

Libertad, democracia, comunismo y fascismo. Los grandilocuentes términos, desdibujados hasta la caricatura tras la eterna repetición, han sido los protagonistas absolutos desde que la presidenta de la Comunidad de Madrid disolviera su Gobierno con Ciudadanos tras la moción de censura fallida que los naranjas registraron en Murcia. Convocó elecciones anticipadas, estableció el marco (una disyuntiva trumpista, como ya analizó laSexta) y cristalizó la batalla.

El sueño de la mayoría absoluta, una 'rara avis' en la política de nuestros días, ha sido la tónica en la campaña de la candidata a la reelección del PP. En su último mitin, pidió cerrar este ciclo con un "último esfuerzo": lograr "un gobierno en libertad" con una "amplia mayoría".

"Yo busco una amplia mayoría porque el pueblo de Madrid se merece a los mejores gestores, que están todos aquí delante. Madrid y España nos están mirando, estemos a la altura. Vamos con pasión a las urnas y sobre todo hagámoslo por el mayor bien que tiene el hombre: la libertad".

Sánchez, una aparición

Enfrente, el PSOE. Pero no sólo con su cabeza de lista y presidenciable autonómico, Ángel Gabilondo, sino que los socialistas desplegaron toda la artillería, con Pedro Sánchez en primera fila. El presidente del Gobierno apareció de lleno en confrontar con Ayuso, le dio dimensión nacional y otorgó al voto a las autonomías la categoría de un comicio en clave estatal: parecía que el mensaje que el PSOE trataba de emitir era, sencillamente, un conmigo o contra mí, al igual que el PP.

El foco lo ha acaparado Sánchez con cada intervención, aunque ha intentado calibrar lo suficiente para no eclipsar a Gabilondo. Un candidato que comenzó fuerte, con un mensaje claro ("Soso, serio y formal", se presentó ante los madrileños en este nuevo embate), pero que ha perdido fuelle a tenor de las últimas encuestas.

En los compases finales, Gabilondo ha tratado de enarbolar la bandera de la rectitud, de los valores morales. Así lo repitieron ambos este domingo en el acto de cierre de campaña. A ojos de Sánchez, votar al socialista es la forma de evitar "el principio del fin de la democracia vigorosa y rebosante de derechos y libertades" de Madrid, y que representa Vox, si toca poder de la mano de Ayuso.

"Cambiaremos Madrid, si no vamos a votar ellos se quedan. Si solo van ellos, ellos se quedan y si no vamos a perder todo y será demasiado tarde para la recuperación social y una economía justa", lanzó Gabilondo también en su última intervención. De nuevo, el dilema. O blanco o negro.

La otra campaña de Más Madrid

Esta batalla explosiva se mantendrá hasta que termine el recuento de las urnas. Las encuestas dibujan una tendencia clara: Ayuso arrasará, pero en el juego de cifras por bloques se decidirá quién, finalmente, preside la Comunidad de Madrid. El resto de partidos se saben llaves, aunque las expectativas son diferentes para cada uno de ellos.

Mónica García ha sido la estrella invitada en esta campaña: era la candidata más desconocida y se temió por su papel tras el intento de OPA por parte de Unidas Podemos y Pablo Iglesias a través de su oferta de listas conjuntas. Sin embargo, el proyecto de Más Madrid ha culminado una campaña casi redonda: a expensas de la movilización de su electorado, ha conseguido dominar las propuestas de la izquierda y erigirse como alternativa.

García, afirmó ella misma este domingo en su clausura, "antepone la vida a los cálculos electoralistas" porque Madrid "son sus mayores, sus niños, es verde, su talento, sus cielos, sus parejas de todo tipo, es encontrarte a tu ex, es valiente, es abrazos". Más Madrid ha intentado huir de las estridencias y ha centrado su propuesta en "lo común", "lo que de verdad importa".

La lucha de Podemos y Vox

Finalmente, y entre las formaciones que no aunarán grandes mayorías pero que, si consiguen entrar en la cámara [Ciudadanos, a menos que haya un gran cambio entre lo que proyectan las encuestas y la realidad, se quedará sin representación al no alcanzar ni el 5% de los apoyos] serán la llave de la formación de gobierno, el regusto es algo amargo.

Ni Vox, ni Unidas Podemos, cesaron de batallar entre sí en sus actos de cierre. Rocío Monasterio, que le dejó la última palabra de la campaña a Santiago Abascal, hizo gala de su músculo mitinero, pero con un mensaje claro: para ellos, lo primordial para los madrileños ante sus elecciones autonómicas, ha de ser conseguir que Iglesias "se vaya a su casa".

Pablo Iglesias, por su parte, hizo una llamada a su electorado para frenar a la derecha. "Cuando la derecha ve que puede perder el poder, enseña su verdadera cara, son los enemigos arrogantes y violentos de la democracia". Reclamó, frente a la derecha y Ayuso, "democracia, ley y orden".

El candidato de Ciudadanos, Edmundo Bal, por su parte, sonrió en su mitin al afirmar que su carrera electoral era la de la "educación, la elegancia, la tolerancia y la de hacer lo correcto". "Esta ha sido la campaña de volver a ser nosotros otra vez". Está por ver si eso implica que en unas horas pierdan sus sitios en la Asamblea de Madrid. Algo con lo que ni llegaban a tener pesadillas hace poco más de un mes, cuando todo estalló.