Los datos de participación avalaban lo que muchos expertos llevaban calificando de "jornada histórica" días antes. Y no es de extrañar: España ha vivido este 28 de abril unas elecciones decisivas de cara a un futuro político que, conocidos los resultados, quedan en mano de los pactos.

Decisivas por una coyuntura política marcada por la primera moción de censura efectiva en la historia de España y que llevó al PSOE de Pedro Sánchez, apoyado por Unidas Podemos, a gobernar con tan solo 84 diputados. También, por la irrupción de Vox, siguiendo la tendencia del resto de países europeos que veían con preocupación el ascenso de las formaciones de extrema derecha.

No eran los únicos factores a tener en cuenta. Los partidos habían llegado a la celebración de estas elecciones en plena lucha por el apoyo de los indecisos, que en esta ocasión llegaron a representar el 21% del electorado; una cifra clave, por otro lado, frente a la mayor fragmentación del voto que se ha dado nunca durante unos comicios en España. Ello no ha llevado tanto a una disputa por el voto entre partidos como a una lucha entre dos grandes bloques que acabó por definirse en campaña.

Por ello, la clave de estos comicios no era tanto conocer al ganador de estas elecciones (en este caso, el PSOE, con 123 diputados, como ya preveían todas las encuestas y análisis previos a los datos escrutados), sino ver qué bloque sumaba más votos, y de qué forma lo hacía, porque esto podía llevar incluso a una modificación de los mismos bloques.

El bloque de la derecha no suma (PP, 66; Ciudadanos, 57; Vox, 24), pero tampoco lo hace el de la izquierda (Unidas Podemos se queda en los 42 escaños) sin el apoyo de los independentistas (ERC-Sobiranistes, 15; Junts per Catalunya, 7). En cambio, sí lo hace una unión entre PSOE y Ciudadanos (ambos suman 179 escaños).

Queda por ver ahora si Albert Rivera, que dijo y reiteró que no iba a pactar con Pedro Sánchez después de las elecciones, y el presidente del Gobierno, que también afirmó que "no entraba" en sus "planes" una alianza con la formación naranja, cumplen sus respectivas promesas. De ser así, los resultados dejarían delimitados un gobierno de PSOE y Unidas Podemos apoyado por las fuerzas independentistas (la suma total es de 199 diputados).

Tampoco es la única opción que se le plantea al PSOE tras ganar las elecciones. Los resultados de PNV (6), Compromís (1), Coalición Canaria (2), EH Bildu (5) e incluso PRC (1) pueden dar lugar a nuevas combinaciones que permitirían un gobierno de la izquierda sin que los grupos secesionistas entren en la foto final del Gobierno.

El otro titular de estos comicios tiene al PP como protagonista, y no es para menos. Los populares, liderados ahora por Pablo Casado, han sufrido el peor resultado de la historia del partido, precisamente condicionados por la división del voto que se ha dado en la derecha. El batacazo de los populares no solo es notorio por los resultados que han obtenido; también, porque la diferencia de escaños que presenta con Ciudadanos es tan estrecha que podría ponerse en duda de cara al futuro el liderazgo de la derecha.

Lo reconocen hasta en las propias filas populares. "Felicitar al ganador y trabajar para recuperar al PP. Seguimos", se ha limitado a señalar Rafael Hernando en Twitter tras conocer el resultado. Sus palabras resumían el ambiente que ha reinado en Génova conforme iban saliendo a la luz los datos electorales: silencio, incomodidad y dudas sobre los factores que han propiciado el descenso del PP a los infiernos.

En contraposición, euforia desmedida entre la extrema derecha minutos después de comenzar el escrutinio. Si bien Vox ha conseguido menos escaños de los que le endosaban prácticamente todas las encuestas españolas, la formación de Santiago Abascal ha logrado su propósito: estar presente (y con considerable volumen) en el Congreso y, por tanto, en las decisiones que se diriman en una cámara que de seguro verá más complicado que nunca sacar adelante presupuestos y otros tantos decretos.