En abril el PP vació España para llenar uno de los pabellones más grandes del país. Centenares de autobuses trajeron a las huestes populares para el cierre de campaña en el Palacio de los Deportes. Al final juntaron unas 900 centurias en un acto algo sosainas en el que chirrió por larga la intervención de Cayetana Álvarez de Toledo y descollaron los consejos de reciclaje mitinero de Teo García Egea: "El plástico al contenedor amarillo y el político sin principios al contenedor naranja".

La apoteosis del viernes 26 de abril terminó en un largo domingo de batacazo para los de Génova. Menos votantes que nunca eligieron el contenedor azul y el trasatlántico 'todopoderosopopular' se hundió en profundidades abisales no visitadas por la derecha de Alianza Popular desde los albores de la democracia.

Todo este drama a pesar de que dos días antes el puente de mando del PP había hablado de una travesía plácida hasta La Moncloa. Una suerte de crucero vacacional en el que Ciudadanos y Vox bregarían en las bodegas mientras el nuevo presidente y sus colegas de Nuevas Generaciones vivirían la vida padre con barra libre en cubierta: "A Pedro Sánchez se lo va a llevar por delante un vendaval", 'whatsapeaba' alguno a la hora de comer el domingo. Al final la ventolera hizo estragos por otros pagos.

Prudencia a medias

Esta vez el 'Casadismo' se pone la venda a medias. Para el cierre se ha optado por un acto pequeño en la plaza de toros de Las Ventas. Parece una contrariedad, pero es que esta vez ya se ha asumido que no están los tiempos para llenar tendidos y la tropa se ha reunido allí donde se reciben las cornadas. Unas 2000 personas dentro del coso y otras 1000 y algo fuera (si es que se quieren creer la contabilidad de cabezas de ganado que hacen los partidos).

Los cerebros populares han pensado que era mejor no reunir a toda la chiquillada en Madrid y así sacar músculo por las plazas de España, evidenciando que ningún otro partido de la derecha tiene la implantación territorial de la que gozan los del club de la gaviota.

Hasta ahí la prudencia, porque el almirantazgo popular vuelve a hablar de posibilidades de victoria, de empate técnico y de un lunes de mudanza en Moncloa. "Todo se decidirá a pie de urna", dice uno que sabe. En Génova dan por descontado que el PSOE bajará, que lo de Vox en las encuestas son más filtros de Instagram que realidad y que Ciudadanos resistirá mejor el embate de lo que parece.

Se siguen viendo en los cien, pero todo depende de que Cataluña permanezca en calma una vez que creen desactivado lo del miedo a la derecha. En Génova conviven los eufóricos que quieren reflotar ya el antaño imponente galeón con los que aún no se han sacudido el canguelo de la pasada primavera. Los segundos piden calma y recuerdan que en abril navegaron hacia su particular iceberg presos de la misma sensación.