Al PP siempre le quedará Galicia, o al menos más le vale a Pablo Casado y compañía. El único acto gallego de esta campaña para el presidente del Partido Popular demostró que la parroquia popular allí no falla; día de ventolera, lluvia bíblica, puente de todos los santos, cubierto a diez euros y a pesar de todo, más de 1.000 personas.

El día amenazaba plomizo y plomazo (cerca hora y media de mitin), pero los asistentes aguantaron y al final de la intervención de Casado recibieron su premio. A los camareros les cayó un jarreo de aplausos mayor que a los políticos. En el menú garbanzos con callos, carne ao caldeiro castañas y postres de otoño.

Para rematar la jornada una queimada con embrujo incluido en pos de una victoria que en Génova reconocen complicada: "Vox está muy fuerte y eso va a salvar a Sánchez".

En Galicia quieren recuperar dos de los tres diputados perdidos en la región el pasado mes de abril, pero no se espera un salto más allá de los 100 escaños (los únicos que saltaron en Lalín fueron los rapaces en los castillos hinchables inflados para la ocasión).

Más allá de la mejora que se espera tiene pinta que no habrá forma de llegar a Moncloa ni con conjuro galaico.