Convergència anda con pies de plomo en el movedizo terreno electoral, CDC negociará tras los comicios con la única condición de que no gobierne el PP, pero una cosa es mojarse y otra tragar con cualquier oferta. "Nosotros seremos decisivos y haremos valer nuestros votos a precio de oro", explica Homs.

El problema es que igual ese peso es poco, a día de hoy no marchan ni primeros, ni segundos, ni terceros, son cuartos. Las encuestas ya sitúan a CDC fuera del podio, a distancia larga de Podemos y Esquerra, por detrás de PSC y muy cerca de Ciudadanos y PP.

Una transmutación de alto riesgo para una formación que la pasada Navidad nos animaba a votar otras siglas, Democràcia i Llibertat, y que ahora apuesta por volver a sus esencias, recuperando a Pujol en sus vídeos y asumiendo que "son como son".

Una reivindicación cuya defensa se hace cuesta arriba con la policía deambulando por tu sede. "La corrupción es un lastre para la política y no lo voy a disimular", apunta Homs. Sin Artur Mas y con los presupuestos de su delfín colgando de un hilo, Convergencia se presenta a las generales aferrada a una idea, la independencia. Por ahí pasan las esperanzas de un partido hegemónico que se resiste a dejar de serlo.