Macarena Olona (Vox) llegó a la campaña andaluza viéndose ya como vicepresidenta de la Junta, como la llave para que el PP pudiera gobernar. Incluso le ofrecía la vicepresidencia a Juanma Moreno. Pero la estrategia de su campaña no ha dado frutos. Y un día después de los resultados electorales sigue sin hacer autocrítica.

Para Olona todo ha salido bien. "Muestro una inmensa sonrisa por el resultado de ayer", decía admitiendo un solo fallo, no haber logrado la mayoría absoluta. Lo cierto es que se han quedado lejos de obtener una confianza mayoritaria de los andaluces, con un total de 14 escaños en el parlamento andaluz.

Mucho más crítica se ha mostrado con algunos medios de comunicación. Lo que en el discurso de Vox llaman "terrorismo informativo". Así, destaca que "por momentos ha habido un sentimiento de ser David luchando contra Goliat".

En cuanto a su futuro político y si dejará el parlamento andaluz para la cita de las elecciones generales, Olona vuelve a apelar a la religión. "No puedo asegurarle cuáles son los designios de Dios", sentencia.

En sus propias palabras, "ha sido una campaña difícil". Una campaña que comenzó simulando un domicilio en el que no vivía y acento que no tenía. La candidata tiraba de los tópicos que para ella son sinónimo de Andalucía, derrochando folclore en una visita a una bodega de fino, vestida de sevillana en la Feria de Abril, a lomos de un caballo o charlando junto a un torero durante la campaña electoral.

La que se ha llegado a denominar a sí misma 'Macarena de Graná', ha centrado su campaña en Sevilla: donde hizo el acto de apertura, el de cierre y donde también ha vivido el recuento de los votos. En Granada, en cambio, no se la veía tanto. Una campaña que fue perdiendo fuelle.

Con mantón de manila al hombro llegó incluso a ofrecerle la vicepresidencia a Juanma Moreno. Tiró de discursos incendiarios, como en su recurrente lucha contra la migración. E invitó a actos de campaña a teloneros ultraderechistas. Nada de ello le ha servido para entrar en San Telmo.