Si hay un lugar que es espejo de la dureza de la crisis del coronavirus es sin duda las entidades benéficas que reparten alimentos para que familias puedan comer cada semana. En una de ellas no hemos encontrado con Luis, que tira de su carro vacío.

Son cinco miembros en la familia y acude cada semana a una entidad benéfica a recoger algo de comida. En su hogar cuentan solo con su jubilación de 834 euros para todos. Y de ahí, nos cuenta Luis, tienen que pagar agua, luz, casa, gas y la comida. Con cierta tristeza nos reconoce que cuando trabajaba le iba mejor.

En el mismo lugar nos encontramos con Esperanza, que tira también de su carro estando en un ERTE de media jornada desde hace meses y con una hija de 13 años. "El pago del alquiler nos está asfixiando y tenemos que comer", nos reconoce.

Una situación crítica que nos describe el representante de la entidad, Antonio Amigo: "Al principio estábamos desbordados". Los datos no mienten, reparten 1.000 kilos más de alimentos a la semana desde el comienzo de la crisis del coronavirus, un total de 3.000 semanales.

El alimento que reparten en sus bolsas lo cargan previamente en un almacén de la Federación del Banco de Alimentos. Hemos visitado uno de ellos situado en Alcorcón (Madrid) en el que mueven diariamente 40.000 kilos de alimentos. De hecho, las ONG que van a cargar para después hacer su reparto se han duplicado en los últimos meses. A este almacén vienen entre 12 y 14 entidades benéficas.

Este programa de ayuda alimentaria está cofinanciado con fondos europeos FEAD en un 85%. Una ayuda a los más desfavorecidos que el Parlamento Europeo seguirá garantizando. Así lo apunta el eurodiputado del Grupo de los Verdes, Ernest Urtasun, que asegura que "aquellas personas que más han sufrido la crisis tienen que sentir que el proyecto europeo les acompaña".

De uno de esos proyectos financiado por la Unión Europea se benefició Vicente Pérez y su hijo Iñigo con parálisis cerebral en Valencia. Tuvieron acceso a una tablet con una tecnología, en el colegio especial donde estudió Iñigo, que les cambió la vida.

Con esa tablet, Iñigo aprendió a comunicar y hoy en día lo hace a través de la tecnología. Durante la grabación nos pidió dos cosas: que a ningún niño se le prive de acceso a un ordenador y a internet y que el equipo de laSexta Noticias nos hiciéramos una fotografía con él. Que acabó haciendo él mismo desde su tablet.