Marius, de 27 años, nunca se había visto en una situación tan difícil. En lugar de ir al supermercado, para poder llenar su carro tiene que ir a una parroquia de Madrid. "No podemos estar en casa y sin nada para comer", lamenta el joven, padre de dos hijos.

La crisis del coronavirus se ha llevado por delante tanto su trabajo como el de su mujer. "Estoy esperando a que me llamen del paro, pero hasta el 21 de mayo no había citas", cuenta Marius.

Por su parte, a Zoraida, madre coraje y sin empleo tras fallecer la persona que cuidaba, también le toca ponerse por primera vez en la larga cola y tranquilizar a sus dos pequeños.

Ellos forman parte de ese 40% de personas que nunca antes habían acudido a servicios como el de Cáritas para solicitar alimentos.

Los comedores sociales han cuadriplicado el número de usuarios

Desde que empezó esta crisis voluntarios preparan más bocadillos, más hamburguesas y cuadriplican las raciones de tuppers de comida caliente. "Estamos haciendo más de 600 raciones diarias, cuando antes hacíamos 180", cuenta uno de los cocineros.

La comida que preparan en esa cocina llega del Banco de Alimentos, donde atienden a 40.000 personas más que antes de la pandemia y ven cómo su stock desciende a pasos agigantados. De hecho, han atendido solo en marzo casi las mismas peticiones que en todo 2019.

El programa 'Responde' de Cruz Roja añade a 300 familias en Mislata

Los alimentos que llegan a las personas que más lo necesitan también llegan desde múltiples donaciones, como en el caso de Mislata, Valencia, donde también se han disparado las solicitudes de comida a domicilio que reparte Cruz Roja a familias necesitadas. Hay 300 más, muchas de ellas estrenándose como beneficiarias.

Todos quieren pensar que será una situación pasajera y que, tarde o temprano, recuperarán sus vidas de antes.