Termina el año de las "incertidumbres
políticas" y nadie hubiese dicho hace un año que terminaría tan bien para
Mariano Rajoy.
El presidente del
Gobierno recibía un severo correctivo en las elecciones del 20D y aunque el PP
fue el partido más votado, su tímida celebración reflejaba su incapacidad
posterior para formar Gobierno.
Momentos difíciles en
los que Rajoy ha parecido cómodo y lo ha resistido todo. Los movimientos dentro
de su partido para moverle el sillón que él mismo reconocía en febrero, las
predicciones de sus adversarios políticos sobre que era "historia", la fallida investidura
de Pedro Sánchez y los innumerables casos de corrupción de su partido:
Arístegui y De La Serna, la dimisión de uno de sus ministros en
funciones, Gürtel, Púnica o Valencia, mucha Valencia.
A pesar de todo, llegó
junio y las segundas elecciones, la victoria esta vez fue incontestable. Consiguió ser investido
por segunda vez gracias a Ciudadanos y el PSOE que generó una crisis de proporciones
mitológicas entre los socialistas.
Por si fuera poco,
termina el año con un cada vez más crítico Aznar fuera de la presidencia
honorífica del PP. Rajoy gobierna y es, seguramente, el político con más
estabilidad de España dentro de su partido. 2016 ha sido un buen año para él.