Lo dicen algunos expertos: este podría ser el primer Velázquez de la historia. Por eso su hallazgo fue un descubrimiento. Llevaba años olvidado en los sótanos de la Universidad de Yale catalogado como "La educación de la virgen", obra española de autor desconocido.

Hasta que en 2010 un comisario de arte soltó el bombazo. Benito Navarrete, directos del centro Velázquez Sevilla, indica que "a partir de ahí se produce una conmoción en la comunidad científica, es muy difícil encontrar un Velázquez".

Ahí se puso en marcha la maquinaria. Tres años de restauración, necesarios para confirmar la autoría. El informe final explica que no solo los colores coinciden con la paleta de Velázquez.

Hay muchos elementos comunes con otras obras suyas.  El cuenco de barro, los platos blancos y la cesta se repiten en "Vieja friendo huevos" o "La mulata".

Los trazos  también coinciden. La manga de la niña virgen es casi idéntica a la de La Inmaculada. Lo mismo con la de Santa Ana, la mujer que educa a la niña.

La comparamos con la de Santo Tomás. Por repetirse, se repiten hasta los personajes. El hombre de esta obra es el mismo que el pintor sevillano utilizó de modelo para el San Pablo. "Los barros de sevilla, los posicionamientos de las figuras en el lienzo", explica Benito.

Confirmada la autoría quedaba por descubrir cómo llegó hasta Yale en 1880.  Velazquez lo pintó a los 17 años en Sevilla, por encargo del convento de Santa Ana.

El cuadro salió de España a mediados del siglo XIX. Su pista se pierde hasta que los hijos de un marino, o donaron a la universidad donde estudiaron, sin saber nunca que era un Velázquez.