Su carácter afable y campechano convirtieron a Pilar de Borbón en uno de los miembros más conocidos de la familia real.

Como primogénita de don Juan y hermana mayor de Juan Carlos, habría reinado si no fuera porque la ley española establece que en la línea de sucesión prevalecen los varones.

Como infanta, tuvo una vida en el exilio. En el extranjero celebró su puesta de largo, en la que se presentó en sociedad ante la aristocracia, un evento que, en su caso, representó un acto casi monárquico, cargado de simbolismo.

También estudió Enfermería y estuvo trabajando en un hospital. De hecho, cerca de donde vivía hubo un terrible accidente al desprenderse el techo de una estación de tren.

Fallecieron 46 personas, y la infanta Pilar trabajó tratando a los heridos.

La primera vez que pisó España tenía 21 años y acudía la entierro de su abuela materna. No obstante, no se estableció en el país hasta los años 60, cuando se casó con el vizconde Luis Gómez-Acebo. Un matrimonio que le obligó a renunciar a sus escasos derechos dinásticos.