Pedro Sánchez fue el primer secretario general del PSOE elegido por primarias y anunciaba ser "el secretario de la unidad". Entonces estuvo apoyado por muchas federaciones, incluida Andalucía, en la que Susana Díaz pedía que "salga lo que salga en el próximo mes de julio haya estabilidad en el PSOE y recuperemos el rumbo".
Sin embargo, el batacazo electoral de las primeras elecciones crispa la relación con el resto de líderes autonómicos, ya que la nula autocrítica comienza a molestar dentro del partido, incluida Susana, que aseguraba que "el país necesitaba que el PSOE ganara las elecciones".
Posteriormente, su intento por pactar con otros partidos para llegar a la Moncloa a toda costa enciende las alarmas, porque para la máxima dirigente en Andalucía el objetivo de estos partidos era eliminar al PSOE.
El enfado entre Susana Díaz y Pedro Sánchez se hace evidente en las segundas elecciones, con 85 diputados y cosechando los peores resultados de la historia se repite la escena del secretario general con falta de autocrítica.
Desde entonces se rompe la relación con muchas federaciones que cuestionan la estrategia del secretario general, como Lambán, Fernández Vara o Page. Las relaciones terminan por romperse tras unos resultados pésimos en Galica y Euskadi.