Las palabras de Puigdemont el pasado martes han vuelto a desestabilizar las relaciones entre el Govern y la CUP: "Aquella famosa cadena de confianza con Carles Puigdemont y con el Govern, ha quedado tocada, no rota pero sí tocada" confesaba el diputado Arrufat.

Los anticapitalistas se negaron a aplaudir el discurso del president. Caras largas y sin ganas de hablar tras una intervención que valoraban así: "Es una falta de respeto no ya a la CUP sino hacia el movimiento independentista" decía Sergi Saladié.

Pero este no es el primer desencuentro entre Junts Pel Sí y la CUP. Su relación ha estado marcada por altibajos: de la euforia tras votar el 9N y escenificar su buena sintonía a descabalgar a Artur Mas de la Presidencia de la Generalitat.

La salida de Mas del Govern fue su primera crisis. La CUP se negó en rotundo a investirlo president y aunque Mas intentó ganarse sus simpatías, al final tuvo que echarse a un lado. Aprobar las cuentas de la Generalitat de 2016 costó más de un pleno. La CUP vetó los presupuestos, dejó en el aire el pacto con Junts Pel Sí y enfadó al President Puigdemont.

Otro de los tiras y aflojas en esta cuerda ya tensada ha sido el procés: las distintas visiones de cómo pilotar la estrategia independentista. Suspendida la independencia, la CUP exige al Govern para proclamar cuanto antes la república catalana e instan al president a tomar una decisión: la independencia y su reconciliación o la ruptura entre ambos.