Las vacunas de Pfizer y Moderna necesitan dos dosis para ser efectivas. Este es un hecho tajante, como recuerda Fernando García, epidemiólogo y presidente del comité de Ética del Instituto Carlos III, que ha asegurado que, de no cumplir los pasos de vacunación, podrían propagarse mutaciones del virus. Además, estas nuevas variantes persistirían en el tiempo.

"Los beneficios de la vacunación se pierden y el problema es que se desconoce el grado de inmunidad de una sola inoculación", señala el experto en una conversación con la Agencia EFE. Según García, no proporcionar las dos dosis y "tirar el dinero" es prácticamente lo mismo.

Según el epidemiólogo, hoy por hoy no existen empíricos que prueben la eficacia de una sola dosis, "y los estudios con animales demuestran que no ofrece datos muy prometedores", añade. Por ello, considera que la propuesta del Reino Unido de efectuar su campaña con una sola dosis "chirría".

En esta línea, García defiende que la inmunidad "perfecta" es solo la que es completa. Por ello, opina que, ante los altos cargos que se han saltado el turno de vacunación incumpliendo el protocolo, la opción de castigarles sin una segunda dosis sería un error.

Algo falla en el sistema de vacunación

De nuevo, García insiste en que "no se pueden castigar" los fallos en el protocolo de vacunación: "La asistencia sanitaria no opera según juicios morales, eso sería un disparate y no se hace. Se atiende a todo el mundo", apunta. Aun así, critica que hay ciertos aspectos del programa que no se están llevando a cabo como debería; concretamente, en los sistemas de coordinación. "Otra cosa sería que hubiera escasez de vacunas y hubiera que racionar la segunda dosis, entonces los últimos en la lista serían ellos (los que se saltaron el protocolo), pero es una situación distinta", explica.

Al hilo de estos hechos, García corrobora que el plan de vacunación no está suficientemente controlado, y afirma que en algunos hospitales madrileños se han vacunado trabajadores sanitarios de segunda fila. Es decir, profesionales que no están en contacto directo con los pacientes.

"El plan no se puede arruinar" —insiste— y para ello tiene que haber infraestructura, personal, jeringas adecuadas, neveras para almacenar las dosis y lugares donde atender a un paciente con una posible reacción alérgica". Ante esto, deja una frase rotunda: "Si algo falla, se viene abajo todo el sistema".

Ahora bien, a pesar de estas circunstancias, el experto se muestra optimista ante el futuro de la pandemia. También recuerda que hay que aprovechar todos los recursos y reclamar a las autoridades, nacionales y autonómicas, la puesta en marcha de un plan de vacunación sin fallos. "Hay que remar de manera coordinada", sentencia.

La segunda dosis no puede pasar de los 28 días

Otro de los puntos débiles de la vacuna reside en el lapso de tiempo en el que debe ser administrada. No solo importa el número de dosis, sino también cuándo se ponen. Así, desde la Sociedad Española de Inmunología, Marcos López Hoyos pide que dureza con los tiempos de la vacunación, y estos, en ningún caso, pueden pasar de los 28 días: "De no hacerlo así, la efectividad de la vacuna no está asegurada", afirma.

"No podemos trasladar el mensaje de que se puede retrasar sin más porque caemos en un error importante" señala este experto al medio citado. También observa un cierto "descontrol" en el actual proceso de vacunación, debido a que se ha dejado "al arbitrio de las comunidades autónomas".

"Cuanto más divides los puntos de vacunación, hay menos mecanismos de coordinación" y más posibilidades de que ocurran fallos y el proceso se ralentice", expresa.

Las personas con anticuerpos, a la cola

López Hoyo asevera que, en este proceso de vacunación, los contagiados por coronavirus y con PCR positiva deberían ser los últimos en inmunizarse, ya que se supone que tienen defensas contra el virus durante al menos seis u ocho meses: "La gente que ha pasado la infección no debe de tener prisa, puede vacunarse al final de todo" insiste.

Asimismo, el experto también comenta que han observado que los ya han dado positivo tienen "con más frecuencia" efectos adversos tras recibir la primera dosis, "no más graves pero sí molestos (dolor en el brazo y malestar general)".

Junto con eso, el inmunólogo también se ha atrevido a vaticinar el fin de la vacunación, y sus previsiones están lejos de las del Gobierno: cree que el proceso se dilatará, como mínimo, hasta Navidad. Para entonces, dice, es posible que esté vacunado el 70 por ciento de la población. Un cálculo, según López Hoyo, basado en los ritmos actuales. "Es muy difícil que una población de 33 millones de personas (el 70 por ciento del total) esté inmunizada en verano", concluye.