Loli García es madre de dos hijos con trastorno del espectro autista. A base de pictogramas, intenta hacer comprender a sus hijos qué es el aislamiento: "Mis hijos no entienden nada porque no se les puede explicar nada". Lola vive sola con Juan y Antonio, de 23 y 24 años, respectivamente.

"Si se rompen las rutinas, como ha pasado en este caso, pueden venir los problemas de conducta", ha lamentado Loli. Sus hijos, como sucede con el resto de personas con trastorno del espectro autista, necesitan rutinas estables y predecibles.

Para ellos, su centro de día, ahora completamente vacío por las medidas decretadas por el Gobierno para frenar la crisis provocada por el coronavirus, es como su medicina y su terapia. "Es como si una persona se medicara y le quitaran de golpe sus medicinas", ha explicado Loli.

Se trata de un cambio radical que puede, en algunas ocasiones, generar altos niveles de ansiedad e incluso conductas agresivas hacia ellos mismos y sus familiares. "Es un pequeño porcentaje, pero necesitaría recursos profesionales a su disposición, y espacios para tener un mínimo de actividad psicopedagógica y sanitaria para sobrellevar esta situación de crisis", ha apuntado Gema Alcolea, directora del centro del día de la Asociación Pauta.

Por ejemplo, centros de día con servicios mínimos. "Sola no puedo. Puedo actuar como madre, cuidarlos y quererlos, intentar que estén lo mejor posible. Pero ante una situación de emergencia necesito a los profesionales", ha insistido Loli. Porque el confinamiento nos ha cambiado la vida a todos, pero no de la misma forma.