Durante diez años Luis Pineda actuó con total impunidad. Tal era su confianza que, tras cerrar un acuerdo publicitario con Unicaja, decidió apuntar aún más alto. "Traigo firmadito el contrato de Unicaja del 2015, y ahora vamos a por Inditex", le explicaba por teléfono a Delia Álvarez, una de sus empleadas.

Un intento que nunca llegó a materializarse, según la Policía. Como tampoco la cita que intentó concertar con César Alierta, expresidente de Telefónica, a través de SMS. Pineda quería saber si tenía el teléfono pinchado. Lo sospechaba desde una conversación que mantuvo con el director de comunicación de Manos Limpias:

"Macho, ¿qué suena? (…) Tío, ¿nos están grabando?" le preguntaba Pineda a Javier Castro-Villacañas. El cabecilla de Ausbanc también buscaba influir en los jueces. Por eso ofrecía cursos remunerados, como él mismo reconoce: "Nosotros lo hacemos para aprender, para que aprendan y para ganar simpatías. Si tú no pagas, ¿qué simpatía ganas?".

Simpatía que también tenía con algunos políticos. Pineda contactó con el socialista madrileño Antonio Miguel Carmona después de que el Ayuntamiento de Carmena se negase a un evento en el centro de Madrid. "Quien me conozca sabe que hablo así", se defendió Carmona en Al Rojo Vivo. El socialista se siente "traicionado" por Pineda y asegura que no tiene nada que ocultar.