Con excavadoras, palas e incluso con las manos. Buscan los restos de los cuatro de Bértoa, que fueron asesinados por los golpistas franquistas, en un cementerio de Carballo, en A Coruña. Entre ellos se encuentran los restos de Francisco Miguel, un nombre mítico de la pintura gallega contemporánea y una de las figuras más importantes de la pintura española en la primera mitad del siglo XX.

"Cuando lo estudias te das cuenta de que es un pionero y que está en París antes que Dalí", asegura Carmela Galego, historiadora del arte. Con solo 39 años, su obra y su legado fueron eliminados por la dictadura. Le amputaron las dos manos, recuerda el escritor Miguel Anxo Fernán-Vello.

En esta fosa también buscan a Juan Boedo, un trabajador de la fábrica de gas de A Coruña. "Son víctimas de desaparición forzada y fueron secuestradas, asesinadas y traídas aquí", lamenta Carmen García, portavoz de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) de Galicia.

El sobrino de Juan Boedo, José Manuel, recuerda cómo su padre y su tío defendieron juntos la ciudad de A Coruña frente a los golpistas. "Él se quejaba de que los había traicionado los jefe de la estación, que había reenviado un vagón lleno de armas con lo que ellos se encontraron sin medios para hacer frente a los sublevados", relata. El padre de José Manuel pudo escapar con vida, pero su tío yace en esta fosa desde hace 87 años.

Aunque los investigadores tienen claro el punto del cementerio en el que se encuentra la fosa común, la búsqueda se complica por las diferentes remodelaciones y la construcción de nuevos nichos. Los familiares esperan que los trabajos den sus frutos y poder así cerrar sus heridas