Es la tercera ley que regula el sistema universitario en nuestra democracia. La anterior, de 2001, exigía para el actual ministro de Universidades, Joan Subirats, un cambio de "retos y objetivos", como ha señalado en una entrevista para laSexta Noticias con motivo de la aprobación definitiva de la Ley Orgánica del Sistema Universitario. Urge, a su juicio, poner el énfasis en la docencia, la investigación y la financiación, muy debilitadas, según él, en la actualidad.

Pero las universidades son sistemas de autogestión independientes y su financiación corre a cargo de las Comunidades Autónomas. La ley dicta el compromiso de aumentar el gasto en universidades del 0,7% del PIB actual, al 1%. Pero no deja de ser eso, un compromiso. Él lo sabe: "La financiación no es finalista, sino que son las Comunidades Autónomas las que deciden a qué dedican esa financiación autonómica. ¿Eso cómo lo puedes garantizar?", se pregunta.

La base de la ley: más financiación

"En los últimos 13 o 14 años, la universidad ha ido bajando de financiación pública. Ahora estamos recuperando los niveles de financiación pública que teníamos en 2009. ¿Esto que ha provocado? Las universidades han respondido a esta bajada de la financiación aumentando las tasas y precarizando a los profesores". Ahí radican los dos pilares principales que definen la LOSU, para Subirats.

La ley busca renovar el proceso para consolidar una plaza de docente en la universidad. Así, según la misma, en un plazo máximo de diez años, desde la finalización de la carrera, la tesis doctoral y la acreditación, se podría llegar a ser permanente. Esta agilización tiene una causa, advierte el ministro: "En ocho años, van a jubilarse el 53% de profesores permanentes".

Lo que genera una doble problemática, que no solo pasa por la falta de profesores universitarios. Sino también por el reconocimiento de que la plantilla de docentes universitarios es muy mayor. Según un estudio del propio Ministerio, la edad media de los profesores universitarios se sitúa en los 49,4 años. De ahí, el siguiente punto de la ley.

Del modelo fray Luis de León, al de chatGPT

La Universidad tiene que ponerse al día y actualizarse a los cambios que se han producido: que la educación superior esté preparada para los "retos y objetivos" del futuro. Subirats confía, con optimismo, en que esta ley "pueda durar para los próximos 20 años con fiabilidad de objetivos". Y para ello, reconoce, hay que apuntar a la docencia y a la investigación.

La puesta el día, dice el ministro, tiene que producirse en los mecanismos docentes: "Hemos de renovar e innovar en temas docentes porque, antes, los conocimientos solo estaban basados en la transmisión de profesor a alumno. Un modelo fray Luis de León, si quiere", bromea. "Ahora estamos en una fase de chatGPT".

Por otro lado, la Universidad es necesario que renueve la investigación. El ministro reconoce que la española es potente en producción de artículos científicos, pero no en la forma en que este conocimiento llega a la sociedad. Para él, "una sociedad cada vez más preocupada por la innovación, por ponerse al día, tiene que contar con una investigación con capacidad de transferencia".

Mejoras para los estudiantes: paro académico y menos tasas

Además, la LOSU, por primera vez, recoge el derecho de los estudiantes al paro académico, que no huelga, porque no están trabajando. Unos paros que podrán producirse mientras no coincidan con las temporadas de exámenes.

El ministro avanza que también va a mejorar la ayuda a los universitarios, con "más becas" una bajada de las tasas universitarias, de las más altas de Europa, de acuerdo con el titular de Universidades. Sin embargo, esto no es porque la ley las vaya a bajar, sino que pretende paralizar la posibilidad de que aumenten.

El otro pilar: la lucha contra la precarización

Otro de los retos de la LOSU es el ambicioso objetivo de acabar con la precarización en el sector universitario. La LOSU plantea el ambicioso objetivo de convertir en indefinidos a 25.000 docentes que ahora mismo tienen contratos de profesor asociado. Es decir, bajar la inestabilidad laboral del 40% al 8% en los campus. "Queremos que no se aumenten las tasas y, al mismo tiempo, evitar esa precarización y que los asociados sean lo que realmente tienen que ser: profesionales que tienen su trabajo y que dedican una parte del tiempo a la formación", defiende Subirats.

Una educación "de por vida"

Los estudios universitarios en España tradicionalmente han quedado relegados a los jóvenes recién salidos de los colegios. Plantearse una carrera universitaria cuando una persona tiene más de 30 años, solo es una idea que se convierte en realidad para el 5% de la población española.

Sin embargo, Europa nos está pidiendo lo contrario y eso, recalca Subirats, es otro avance que pretende dar la LOSU: "En lo que todos insisten es en que tienes que estar formándote para trabajar, constantemente". Para ellos, para los que quieren recuperar el estudio en algún momento de su edad adulta, la ley crea, actualiza y da más protagonismo a los cursos de corta duración, o las micro-credenciales, y mejora la accesibilidad para todos aquellos que quieran volver a la universidad (o empezarla) a una edad más avanzada.

Una ley que no pretende hacer "milagros"

El ministro de Universidades parafrasea al profesor universitario francés Michel Crozier para aclarar una cosa: "No se cambia la sociedad por decreto". Tiene las expectativas puestas en la ley, pero reconoce que "no por el hecho de que haya una ley nueva, vas a entrar en la Universidad y habrá cambiado todo de golpe". Lo dice para referirse a lo que la ley avanza en lucha contra la brecha salarial y acoso escolar.

Según su departamento, "las mujeres en la universidad tienen un salario un 11% más bajo que los hombres". Un porcentaje que aumenta incluso en función del centro donde se ponga el foco. En este aspecto, la LOSU plantea la creación de una "Unidad de Género", según Subirats, "que examine este tipo de diferencias".

Contra el acoso escolar, a profesores y de género se pretende también un apoyo similar: "Ahí hay una serie de mecanismos para evitar que esto pase y también un mecanismo de seguimiento".

Con "un consenso amplio"

Las leyes relacionadas con la educación española siempre han tenido la fama de durar poco. Preguntado por esto, si esta ley tendrá continuidad o desaparecerá cuando cambie el gobierno de turno, el ministro Subirats relata cuál ha sido su principal miedo desde que heredó el proyecto: "La universidad tiene muchos actores distintos. Gente que entre sí no está de acuerdo, pero está de acuerdo con la ley. Entonces, bloquea el proceso. Esto no ha pasado".

"Es una ley que tiene el nivel de consenso suficiente, en que mejora de manera clara la ley anterior que teníamos hace 22 años y permite encarar los problemas que tenemos planteados y ofrece perspectivas para los retos de futuro", sentencia. Aunque, por el otro lado, también reconoce: "Si usted me pregunta, yo hubiera querido otra, probablemente. Pero es la que hemos considerado que era plausible y posible".