José Bono, expresidente de Castilla-La Mancha y del Congreso de los diputados, ha recordado en Al Rojo Vivo la angustia que vivió durante aquel fatídico 23F, del que ya se cumplen 40 años. El por aquel entonces secretario cuarto de la cámara baja indica que, a diferencia de otras personas, "en ningún momento" dudó de que "se trataba de un golpe de estado".

En su recuerdo de aquella jornada, Bono ha definido cómo se comportaron los militares sublevados, y carga contra ellos: "Eran una banda de golpistas, delincuentes y chapuceros, que producían el sentimiento de tristeza. De que nos devolvían en este juego de la oca a la primera casilla", expresa.

En esta línea, Bono destaca especialmente la figura de Tejero, líder del golpe, que, confiesa, llegó a sembrar el miedo entre los diputados en más de una ocasión. Concretamente, recuerda un fallo en las luces del hemiciclo que, de dejar a oscuras la sala, podría haber generado auténticos problemas: "Fuimos a Tejero y le dijimos que la luz podía fallar. Y él, sin respondernos, se dirigió en voz alta y dijo: "Guardias, si se va la luz, abran fuego al menor roce". Un verdadero trastornado. La que hubiese armado si se iba la luz", suspira el expresidente.

Con respecto a esta agresividad del sublevado, Bono afirma que ordenó que "destripasen" una silla: "Dijo: 'Si se va la luz préndanle fuego a esta silla'. Habríamos ardido, en un lugar donde abundan la madera y los materiales inflamables", indica aún con cierta incredulidad.

Así se enteró Bono de que el golpe había sido un fracaso

Durante su conversación en Al Rojo Vivo, el expresidente también ha detallado cómo descubrió que, fuera del hemiciclo, el golpe de estado se había quedado en agua de borrajas. Todo se produjo, cuenta, a través de un guardia, que estaba sentado en el pasillo que conectaba con el baño del Congreso: "Cuando pasé por su lado, me hizo un favor: cerró el periódico para que pudiese ver el titular, en el que ponía: 'El País, con la Constitución'. Ahí dije: han fracasado. Si El País lo ha publicado, es que fuera hay libertad", esgrime.

De este modo, insiste Bono, se confirmaron las sospechas que ya tenían muchos de los diputados, que se pegaban a los transistores como si de agua en el desierto se tratasen: "Asumimos que no les iba bien", recuerda. Aun así, también hubo muchas dudas, especialmente con respecto a las informaciones que rondaban por la sala que, según Bono, se movían como en el "teléfono escacharrado".

Es aquí donde florecieron algunas de las dudas más grandes, que giraban en torno a la figura del rey Juan Carlos: "Cuando nos llegó a la mesa que había hablado el rey, el presidente Labelino nos preguntó: '¿Ha hablado a favor o en contra?' Porque no sabíamos la posición", concluye.