Rita Barberá es investigada por la justicia y atrincherada en el Senado. "¿Quieren respetar un poco mi libertad como yo respeto la suya?", han sido las últimas declaraciones de Barberá antes de abandonar el PP.

Se aferra al sillón a pesar de las voces, incluso desde el Partido Popular, que piden que deje su acta. Pero no es la primera en política que se agarra al cargo institucional que le asegura el aforamiento.

Pedro Gómez de la Serna, el que fuera diputado popular, abandonó el partido al conocerse que era investigado por presuntas comisiones ilegales para lograr negocios fuera de España.

"Tengo la conciencia muy tranquila. Siempre he actuado con arreglo a ley", afirmó de la Serna poco antes de abandonar también el partido.

Ocurrió en enero, tras arrancar la breve legislatura anterior. De la Serna se negó a dejar el Congreso a pesar de no tener ya partido.

Sin partido, como "no adscritos", los ex concejales del PP en el Ayuntamiento de Valencia que estuvieron imputados por blanqueo por la Operación Taula, se negaron a dejar el acta y el PP les expulsó.

"A nadie se le acusa de haber cogido dinero, de haber robado dinero", afirmaron en marzo. A día de hoy siguen como concejales.

En algunos casos, es el propio político quien da un paso atrás pero a medias. Algo similar pasó con Ricardo Costa, político señalado por la Gürtel. En 2011 dejó de ser número dos del PP valenciano pero hasta 2015 no dimitió como diputado regional.

Y un caso más rocambolesco. Alfonso Rus. Imputado por mordidas en el PP valenciano. "Eso es mentira. Totalmente", ha señalado Rus.

El partido le suspendió justo a las puertas de las Elecciones Locales de 2015. Estaba incluso en las papeletas. Se negó a dejar de ser candidato a alcalde por Xátiva a pesar de que el partido le dio la espalda. Dejó la política después, tras perder los comicios.