Este miércoles estaba cada mochuelo en su olivo, pero la pregunta era la misma, tanto en el Congreso como en el Parlament: ¿Y ahora qué? La respuesta de Artur Mas es que quiere una cita: "Señor Rajoy, ponga día y hora". El president parece dispuesto a descolgar el teléfono, pero no a descolgarse de la consulta: "No es un punto y final, es un punto y aparte".
Y añade que explorará las vías necesarias para hacer efectivo el referéndum el 9 de noviembre, aunque algunos, como Ciutadans, le reprochan que ese momento no llegará. Mas ha hecho estas declaraciones en la sesión de control del Parlament, después de que el Congreso rechazase por una muy amplia mayoría traspasar las competencias para que el Govern de CiU pudiese convocar la consulta, para lo que prepara una ley de consultas que sirva de paraguas legal.
En el otro lado, en el escenario del debate, acusaban un poco el cansacio. A pesar de haber dormido poco, en el Gobierno siguen seguros de que Artur Mas, al final, "no va a salirse ni un centímetro de la legalidad", en palabras de Margallo. Los socialistas también siguen apostando por su forma de arreglarlo: "Hay un espacio amplio y reformar la Constitución".
Pero los independentistas catalanes parece que ayer tuvieron bastante "Bla bla bla, parole, parole", ha ironizado Joan Tardá. Y añaden que, a estas alturas, ya sólo les sirve una cosa: "Todo debería pasar inevitablemente por la consulta". Duran i Lleida avisa: "Si nos cierran todas las puertas saltaremos por la ventana". Y parece que a Artur Mas, si le falla el teléfono, está dispuesto a saltar.