El COVID-19 es, según el INE, la tercera causa de muerte en España en lo que va de año, solo por detrás de las enfermedades circulatorias y los tumores. A comienzos de julio, esta quinta ola nos dejaba una cifra de fallecidos por debajo del centenar. A finales de ese mes, alcanzábamos el pico de incidencia, por encima de 700 puntos.
Ahora, cuatro semanas después, sufrimos los efectos con una semana récord que deja más de 850 fallecidos semanales. Aunque los datos no son buenos, están muy lejos de la devastadora primera ola, que se saldó con más de 45.000 fallecidos, según el INE, y con récords que rozaron los 1.000 muertos diarios.
Hace ya más de un año de aquello y nuestras grandes aliadas contra el virus han sido las vacunas. Sin embargo, el ritmo de vacunación sigue a la baja: esta semana no hemos llegado a los dos millones de dosis inoculadas. Es la cifra más baja desde que batiéramos el récord de dosis a comienzos de julio.
Aún así seguimos entre los primeros de vacunación en Europa con pauta completa: rozando el hito marcado en el 70%. Nos superan nuestros vecinos de Portugal (72,2%) y Bélgica (69,2%), pero España mejora los datos de otros países europeos como Reino Unido, (63%) Países Bajos (61,2%) Italia (60,5%) Alemania (59,9%) Francia (57,3%).
Un dato a la esperanza al que esta semana se suma el ligero pero constante descenso de la presión hospitalaria: casi un 6% en planta y un 18% en UCI. También la tendencia a la baja se aprecia en la incidencia. Solo la ciudad autónoma de Melilla empeora sus datos, con Asturias pasando a riesgo medio. Canarias, Cataluña y Comunidad Valenciana están en riesgo alto mientras el resto siguen en riesgo extremo.
Y los datos de contagios conocidos este sábado siguen mejorando con respecto al sábado pasado, con Murcia a la cabeza, que baja un 43%, seguida de Galicia, que desciende un 36%, y Navarra, con un 27%. También baja Cataluña, lo hace en casi un 15%.