El tribunal que ha juzgado la catástrofe del Prestige en noviembre de 2002 ha absuelto a los tres acusados de haber causado la catástrofe medioambiental, aunque condena al capitán del buque a nueve meses de prisión por un delito de desobediencia grave. Además, el tribunal exime de responsabilidad a la Administración, al entender que no provocó la catástrofe sino que trató de solucionarla y evitar daños materiales y humanos.