Entre la primera imagen pública de Greta Thunberg, portando el ahora famoso cartel de "Skolstrejk för klimatet (en español, huelga estudiantil por el clima)", y su llegada a la Cumbre del Clima en Madrid ha pasado poco más de un año.

Un tiempo en el que la joven activista se ha convertido en un icono de la lucha contra la emergencia climática.

El 20 de agosto de 2018, con 15 años, se plantó frente al Parlamento sueco asegurando que no volvería a las clases hasta que se tomaran medidas contra el calentamiento global.

"Mi nombre es Greta Thunberg y los viernes hago huelga en el colegio por el clima", afirmaba entonces ante los medios. ¿El motivo? Una ola de incendios arrasaba Suecia y, a su juicio, era el momento de actuar.

Así creó, sin saberlo, el movimiento Fridays For Future (FFF). Con la pancarta que llevaba el primer día siempre en su mano, la adolescente empezó a reunirse con los grandes líderes, como el papa Francisco.

También captó la atención del mundo cuando miles le recriminaron que se trasladase en avión privado hasta Suiza para hablar de la emergencia climática. "Nuestra casa prende en llamas", declaró allí.

De esta manera, la joven pasó a ser la cara de la lucha contra la emergencia climática y, haciendo público que tiene síndrome Asperger, un tipo de autismo, el mito aumentó.

"Greta es lo que me ha impulsado a estar aquí", ha destacado una activista. El pasado mayo, la revista 'TIME' la consideró una de las líderes de la próxima generación.

Pero no todo el mundo está a favor de la adolescente. "Se está creando una especie de hiperliderazgo, una burbuja alrededor suya que está desviando la atención de lo que realmente importa", ha apuntado otra activista.

Alguno, como Federico Jiménez Losantos, lo llevan al extremo: "Es una presunta virgen, una niña zumbada".

Sin embargo, el 'fenómeno Greta' sigue expandiéndose por el mundo, y, con ella, su mensaje.