En el campo de refugiados de Al Hol, en Siria, los juegos y risas de los más pequeños esconden la violencia que han visto y sufrido. Ellos, los niños, son testigos y víctimas de guerras que matan también lentamente. Es el caso de Yemen, azotado por la hambruna, donde unos dos millones de niños no pueden ir a la escuela.
A esta falta de escolarización hay que sumar la violencia sexual, secuestros y asesinatos que sufren también en otros países en guerra. Unicef ha documentado hasta 170.000 violaciones de derechos de los niños en los últimos diez años. "Hay más ataques y los niños y las niñas son los primeros que sufren esto", denuncia Lorena Covas, responsable de Emergencias de Unicef Comité Español.
De media, al día, se registran 45 casos de violación de los derechos de los niños. Entre ellos, el uso de niños soldado, "forzados a combatir, a hacer lo que sea, para seguir con vida", en palabras de Michael Davies, exniño soldado y activista.
"Cuando yo preguntaba a los chicos en República Centroafricana, ellos me decían: 'Yo era un niño perdido con un arma en la mano, y ahoras oy un niño con una oportunidad'", relata Lorena Covas. Pero antes de poder escapar del infierno, muchos quedan mutilados de por vida.
Violaciones de derechos humanos que son plaga en los países en guerra y el número va en aumento: es el mayor jamás registrado desde 1989, cuando se aprobó la Convención sobre los Derechos del Niño, incumplida de forma sistemática.