Los tripulantes de Proactiva Open Arms no se hubieran perdonado nunca devolver a los 218 niños rescatados al infierno libio. Los guardacostas libios los reclamaban para deshacer el camino andado y ser devueltos en caliente a un país que los tortura.

Libia acostumbra a hacer del migrante de paso un mero objeto para vender en el mercado de esclavos o convertirlos en víctimas de violaciones y abusos. Son secuestrados en centros ilegales para chantajear a sus familias y es con este país con quien Italia firmó un acuerdo prometiendo dinero y apoyo técnico a cambio del control migratorio. Y así lo hizo Italia: le entregó lanchas patrulleras y entrenó a guardacostas libios y militares.

Con Libia a la caza del migrante, Italia instó a las ONG a firmar un código de conducta. Muchas dejaron las aguas del Mediterráneo al negarse a firmar, pocas se quedaron y firmaron. Proactiva fue una de ellas, firmó el código y siguió operando en la zona, donde han sufrido varios encontronazos en los últimos meses.

Han sido constantes las amenazas con los guardacostas libios, incluso con disparos al aire. Acogiéndose a ese código firmado, Italia mantiene retenido al barco de la ONG en Sicilia, haciendo que cada vez sean menos las manos tendidas en aguas del Mediterráneo.