La mujer se sigue utilizando como arma de guerra. Lo denuncian las ONG locales que trabajan en Ucrania frente a los estragos provocados por la invasión rusa. 67 días de conflicto han provocado imágenes sorprendentes, donde a los bombardeos y las muertes se suman otros sometimientos físicos y psicológicos.

Es el caso de las violaciones, muchas de las cuales se producen delante de sus hijos. Se han denunciado numerosas agresiones sexuales a manos de las tropas rusas, que las utilizan para desmoralizar y para causar secuelas que van más allá de la propia muerte. El rotativo británico The Mirror hace referencia al caso de una niña de solo 14 años que se ha quedado embarazada tras ser violado por al menos cinco soldados rusos en Bucha, cerca de Kiev.

Ante esta situación, diferentes organismos internacionales se han visto obligados a enviar toneladas de material sanitario para hacer frente a embarazos no deseados y también a las posibles enfermedades venéreas que hayan podido transmitirse.

Estas agresiones requieren de una respuesta inmediata y las primeras horas resultan fundamentales para cortar un posible embarazo. Sin embargo, en plena guerra los anticonceptivos escasean y la conocida como píldora del día después no existe.

Ante esto, la Federación Internacional de Planificación Familiar (IPPF) ha enviado más de 25.000 pastillas que han de administrarse en los cinco días posteriores a la agresión sexual. Sin embargo, otro problema es que muchas de estas no se denuncian hasta muchos días o semanas después de que hayan tenido lugar.

Naciones Unidas ha enviado a 19 hospitales de 10 regiones diferentes de Ucrania 40 toneladas de material de salud reproductiva. Entre ellos, 'kits post-violación', que incluyen medicamentos para prevenir enfermedades de transmisión sexual.