Auxilian a la carrera a sus compañeros heridos. La fiesta universitaria que un centenar de jóvenes californianos celebraban acaba de tornarse en masacre.

Un hombre había irrumpido en la discoteca y empezado a disparar indiscriminadamente con lo que parece un arma automática. "Hubo un montón de disparos, un montón. Fueron más disparos de lo que lanzaría una pistola normal", asegura una testigo.

Otro joven, que habla aún con la camisa llena de sangre, y sus amigos pusieron a salvo a, al menos, 30 personas. Los supervivientes narran una escena de horror y estampida, con los jóvenes refugiándose bajo las mesas y rompiendo las ventanas del local para escapar.

Una decena de ellos y uno de los policías que actuaron no salieron de allí con vida y otros muchos están heridos.

Quienes vieron al tirador le describen con barba, gafas de sol y chaqueta negra. Le han encontrado muerto al acabar todo.

De momento, no ha trascendido nada de sus posibles motivos para ésta, la enésima masacre en el país del descontrol de las armas. La Policía no descarta una posible conexión terrorista.