El largo periplo que emprenden miles de personas para tratar de alcanzar la costa de Libia y, desde este punto, dar el salto definitivo a Italia, deja a estos migrantes a merced de las mafias y los abusos. Tres de cada cuatro niños han denunciado violencia, acoso o agresión, mientras que casi la mitad de las mujeres han sufrido algún tipo de violencia sexual, según recoge UNICEF.
UNICEF ha entrevistado a 80 mujeres y 42 niños para conocer los principales desafíos a los que se han tenido que enfrentar. Algunos de los menores entrevistados, de entre diez y 17 años, nacieron en Libia durante los viajes de sus padres.
Tres cuartas partes de los menores aseguraron que habían sufrido violencia, acoso o agresión a manos de los adultos y la mitad han afirmado que fueron víctimas de palizas u otros abusos físicos. El grado de incidencia es aún mayor en el caso de las niñas, según el estudio.
Más de una tercera parte de las mujeres y los niños entrevistados explicaron que los agresores llevaban uniformes, por lo que estarían asociados a ejércitos o milicias armadas. La mayoría de los abusos corresponden a controles de seguridad dentro de las ciudades o a lo largo de las carreteras.
Los abusos, aunque comunes, apenas se comunican a las autoridades. El silencio impera entre un colectivo con miedo a ser deportado o retenido y que teme el estigma que iría asociado a la denuncia, por lo que las estadísticas aún podrían estar incompletas y ser sólo la punta del iceberg de una tragedia soterrada.
Daños psicológicos
Algunas mujeres y niñas que pasaron por Jartum (Sudán) recibieron inyecciones de anticonceptivos y llevaron pastillas para utilizar en caso de emergencia. Situaciones como esta suponen para los afectados graves repercusiones psicológicas y sociales.
Parte de las mujeres dejaron atrás a todos o al menos alguno de sus hijos, con el trauma que ello supone. Muy pocos de los participantes en este estudio pudieron enviar dinero para mantener a sus hijos mientras se encontraban en tránsito, lo que ha dado lugar a situaciones de estrés psicológico, tanto para las madres y niños como para los cuidadores en las comunidades de origen de la persona migrante.
Menores no acompañados
"Salí de Níger hace dos años y medio. Quería cruzar el mar en busca de trabajo, trabajar duro para ganar un poco de dinero y ayudar a mis cinco hermanos de vuelta a casa", relata Issaa, un niño de 14 años que viajó sólo hacia Libia, donde ahora se encuentra detenido y sin perspectivas de futuro.
De los 256.000 migrantes que se encuentran en Libia, un 9% son niños, una tercera parte menores no acompañados. Como Issaa, miles de niños que viajan sin compañía son especialmente vulnerables a todas las formas de violencia, abuso y explotación, incluida la trata de personas.