El 18 de mayo, la segunda vuelta

El ultranacionalista Simion arrasa en la primera vuelta de las elecciones de Rumanía con el 40% de los votos

¿Por qué es importante?
La UE y la OTAN, a las que pertenece Rumanía, y otros socios occidentales observan con especial interés y preocupación estas elecciones, de las que podría salir elegido un populista eurocrítico y prorruso contrario a las ayudas occidentales para la vecina Ucrania ante la invasión rusa.

El candidato presidencial George Simion en Bucarest, Rumania
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El ultranacionalista George Simion logró este domingo una arrolladora victoria con más del 40% de los votos en la controvertida repetición de las elecciones presidenciales en Rumanía y se convierte así en claro favorito para ganar la jefatura de Estado en dos semanas, con un 98% de las papeletas escrutadas.

Detrás del líder del partido eurocrítico y nacionalista AUR, la segunda posición, y con ello el pase a la segunda y decisiva vuelta el 18 de mayo, se la disputaron durante toda la noche electoral el candidato oficialista Crin Antonescu y el independiente Nicusor Dan, actual alcalde de Bucarest.

Al final, Dan logró superar a Antonescu por unos pocos miles de votos en la recta final del recuento, cerca al 21%, con lo que pasó a la segunda vuelta dentro de dos semanas. Cerca de la medianoche local (22:00 GMT), Antonescu concedió ante la prensa su derrota y recomendó de forma indirecta a sus seguidores y a los demás electores votar en dos semanas por Dan. El matemático de 55 años de edad anunció en la red social Facebook su pase a la segunda ronda.

Detrás de estos dos se situó el exprimer ministro socialdemócrata y ahora populista Victor Ponta, con un 13,5% de los votos, cuyo electorado será ahora clave para definir el resultado de la segunda vuelta en dos semanas.

El Tribunal Constitucional del país balcánico decidió en diciembre pasado anular el proceso electoral iniciado el 24 de noviembre por haber detectado una fuerte injerencia exterior (rusa) en redes sociales a favor del entonces ganador, el ultranacionalista Calin Georgescu.

Tras la inhabilitación de Georgescu por la Justicia para la repetición electoral, Simion se declaró "heredero político" del ultranacionalista prorruso. La participación en las elecciones de este domingo, que transcurrieron sin incidentes de importancia, fue del 53,2%, menos de un punto porcentual más que en noviembre.

Tras conocer su probable victoria, Simion, un nacional populista de 38 años, habló a sus seguidores a través de un mensaje grabado desde su despacho. "Hoy escribimos historia. Nos acercamos a un resultado excepcional, muy más allá de lo que presentan los televisores del sistema. Los felicito. Son vencedores. Hoy el pueblo rumano ha hablado. Es hora de ser escuchado", dijo.

"Estoy aquí para que Rumanía vuelva al orden constitucional. Mi único objetivo es devolver al pueblo rumano lo que le han robado", agregó en alusión a la anulación de las elecciones de noviembre.

Las elecciones de hoy, cuya repetición fue muy criticada por parte del electorado, sobre todo por los seguidores de Simion y Georgescu, son consideradas clave para el futuro rumbo político del país. El cargo presidencial en Rumanía tiene importantes poderes, sobre todo en cuanto a política exterior y seguridad.

La Unión Europea (UE) y la OTAN, a las que pertenece Rumanía, y otros socios occidentales observan con especial interés y preocupación estas elecciones, de las que podría salir elegido un populista eurocrítico y contrario a las ayudas occidentales para la vecina Ucrania ante la invasión rusa.

Rumanía, un país excomunista de 19 millones de habitantes situado en el sureste de Europa, forma el flanco suroriental de la OTAN y alberga importantes contingentes de la Alianza Atlántica.

Unos 18 millones de ciudadanos con derecho a voto estaban llamados a las urnas dentro y fuera del país. La importante diáspora rumana votó en los consulados en el exterior, donde casi un 60% del millón de votantes apoyó a Simion.

El país, uno de los países miembros más pobres y considerados corruptos de la UE, enfrenta grandes desafíos económicos por la elevada inflación y déficit público, del 9,3% del Producto Interior Bruto (PIB). Según los analistas, esto obligará al actual gobierno, formado por socialdemócratas, liberales y de la minoría húngara a aplicar dolorosas reformas y subidas de impuestos.