En su primer día fuera del hospital, Bolsonaro se enfrentó a la resistencia de mujeres descontentas con su historial de declaraciones machista, racista y homófobo, aunque el capitán de la reserva también recibió muestras de apoyo de simpatizantes en diversos actos públicos.
El abanderado del Partido Social Liberal (PSL) está al frente de la carrera electoral con un 28% de intención de votos de cara a los comicios del 7 de octubre, pero también es el candidato con mayor rechazo entre los electores.
Un 46% de los brasileños asegura que no votaría en Bolsonaro en ninguna circunstancia, pero esa oposición llega al 52% entre las mujeres, que representan la mayoría del electorado en Brasil y son las más indecisas de cara a los comicios. La insatisfacción de una parte de las brasileñas se extendió en las últimas semanas en las redes sociales, donde el grupo Mujeres Unidas Contra Bolsonaro reunió a tres millones de participantes, y este sábado llegó a las calles de decenas de ciudades, entre ellas Sao Paulo y Río de Janeiro.
"Como abogada he visto un retroceso en la democracia brasileña y esta manifestación es un espacio para afirmar que el pueblo brasileño no va a aceptar ningún retroceso en las libertadas democráticas en nuestro país, que fueron muy caras, muchos fueron presos y otros están todavía desaparecidos", señaló la abogada Ana Luzia Marchiori, quien participó en la marcha de Sao Paulo.
"Estoy aquí por un bien mayor, contra un candidato totalmente homofóbico, fascista, racista", agregó la joven Camila Palmeira, de 23 años. El elevado rechazo de las mujeres hacia Bolsonaro, cuyo voto puede ser clave en estos comicios, ha sido empleado por sus adversarios como un arma arrojadiza contra el candidato de ultraderecha, que en los últimos meses ha buscado moderar sus discurso y ha reiterado que sus declaraciones han sido malinterpretadas.
El socialdemócrata Geraldo Alckmin, empatado en tercer lugar junto al laborista Ciro Gomes, rescató durante su campaña vídeos en los que Bolsonaro aparece insultando a mujeres, entre ellas una periodista a la que califica de "idiota" y a una diputada, Maria do Rosario Nunes, a la que llegó a tildar de "vagabunda" ante las cámaras de televisión. Bolsonaro, representante de los sectores más conservadores de la sociedad brasileña y quien lidera sobre todo entre los más ricos, también le dijo a Nunes que "no merecía ser violada", un comentario por el que responde a un juicio en la Corte Suprema.
La animadversión hacia Bolsonaro se ha intensificado en las últimas semanas, como reflejan los sondeos, y ha ganado terreno en las redes sociales, donde el militar retirado tiene también uno de su principales fortines. Bolsonaro ha estado hospitalizado durante más de 20 días después de ser acuchillado durante un acto de campaña el pasado 6 de septiembre en la ciudad de Juiz de Fora y en ese tiempo se ha valido principalmente de internet para explicar puntos de su programa y desmentir acusaciones vertidas contra él en las últimas semanas.
Según las últimas encuestas, Bolsonaro ganaría en la primera vuelta y se enfrentaría en la segunda a Fernando Haddad, segundo colocado (22%) y sucesor de Luiz Inácio Lula da Silva como candidato por el Partido de los Trabajadores (PT) tras la inhabilitación política del expresidente.
En la segunda vuelta, Bolsonaro perdería frente a todos los candidatos, incluido Haddad, y empataría técnicamente con la ecologista Marina Silva, quinta colocada. El propio Bolsonaro afirmó la víspera que no reconocerá un resultado en las urnas que no sea su triunfo y subrayó que una victoria del Partido de los Trabajadores de Haddad supondría "fraude".
"Sobre si las instituciones militares aceptan el resultado, yo no hablo por los comandantes (del Ejército), les respeto. Yo, por lo que veo en las calles, no acepto un resultado de las elecciones diferente de mi elección", aseguró Bolsonaro en una entrevista al programa Brasil Urgente, en la que volvió a criticar el uso de urnas electrónicas.