'¿Te imaginas que acaba saliendo Trump?'. Seguro que esa pregunta pasó por la cabeza de millones de estadounidenses en 2016 que no daban crédito a cómo la excéntrica figura del millonario empresario crecía imparable con el paso de los días. Era la respuesta reaccionaria a Obama, Clinton y el denominado 'establishment' de la política norteamericana. Ahora, cuatro años después, muchas cosas han cambiado, pero otras no tanto.
El primero que no ha cambiado ha sido el propio Trump. Su tono beligerante, siempre a la ofensiva, le ha costado críticas casi diarias por parte de rivales y de los medios de comunicación, contra los que ha cargado sin pelos en la lengua. 'Fake news' pueden haber sido sus dos palabras más utilizados en sus cuatro años -veremos si no son más- de presidencia.
Ahora, llega su gran examen. Ahora, con cuatro años de 'fórmula Trump', queda ver si los estadounidenses han tenido suficiente o quieren más.
Lejos de tener un rival memorable, Joe Biden se caracteriza por su carácter diplomático, lo contrario al 'punch' constante de Trump. Un hombre de talante que, pese a no enamorar a muchos demócratas, es la figura que sí que representa la 'nueva normalidad' a la que muchos aspiran, representa salir del huracán Trump.
El papel del 'early vote'
No hace falta esperar al 3 de noviembre para empezar a ver por dónde puede soplar el viento en las elecciones estadounidenses. Hasta ahora, casi 87 millones de personas ya han votado gracias al 'early vote', el sistema que busca evitar las aglomeraciones que se producen el día de las elecciones.
Esta cifra supone el 63% de las personas que ya votaron en 2016; en Texas, con el 'early vote', ya se supera la cifra total de votos que se registraron hace cuatro años. Según AP, los demócratas (Biden) se habrían llevado casi la mitad de esos votos (47%), lo que supondría una gran ventaja para un Biden al que las encuestas dan como favorito.
También cuentan con el empuje de los nuevos votantes. El 43% de los primeros votantes o aquellos que no votan frecuentemente se han registrado como demócratas este año, por un 25% que lo han hecho como republicanos.
Sin embargo, todos recuerdan lo que también decían las encuestas en 2016, que daban una rotunda victoria a Hillary Clinton frente al ahora presidente de los Estados Unidos. Pese a ganar el voto popular, la suma de 270 escaños se decantó a favor de Trump.
Pennsylvania y Florida, lugares clave
Si hay dos estados en los que estarán todos los ojos puestos, esos serán sin duda Pennsylvania y Florida. ¿Por qué se está hablando tanto de ellos estos días?
Son dos estados en los que las encuestas no pueden estar más igualadas y en las que hay en juego 49 escaños (20 en Pennsylvania y 29 en Florida). Si Biden se lleva estos estados, su victoria está prácticamente asegurada. Hace cuatro años, Trump se llevó Pennsylvania. El resto es historia.
En caso de no ganar, debería 'quitar' a Trump los estados de Carolina del Norte, Wisconsin, Michigan y Arizona, además de ganar en aquellos estados en los que Clinton se impuso al ahora presidente.
Los escándalos de Trump
Si uno tira de hemeroteca, se da cuenta de las numerosas polémicas que ha protagonizado Trump, muchas de ellas en el último año debido a su gestión del coronavirus, cuando ha llegado a recomendar la inyección de lejía, desinfectante Lysol y otros productos de limpieza para luchar contra la COVID-19.
Antes, ha vivido numerosas dimisiones (Michael Flynn, James Cormey, Rex Tillerson, James Mattis...), polémicas raciales y migratorias, guerras en Twitter y "cazas de brujas".
Su lenguaje racista, por el que ha llegado a ser reprendido en la House Democratic tras decir a Alexandria Ocasio-Cortez, Rashida Tlaib, Illhan Omar y Ayanna Pressley que "volviesen" a sus países de origen, le ha costado más de una crítica, incluso desde el partido republicano.
También está la duda de si Trump reconocerá la victoria de Biden en caso de perder, poniendo en duda la legitimidad del voto por correo y pidiendo que únicamente se tenga en cuenta el resultado de la noche electoral.
Un presidente, cuanto menos, diferente. Una fórmula que pasa su examen más duro. El martes sabremos si aprueba o suspende y se vuelve a la 'normalidad' pre-Trump en Estados Unidos.