Trump, junto con su mujer, Melania, llegan al Reino Unido en un momento de debilidad y de tensión en el Gobierno británico, golpeado por la dimisión de dos ministros por discrepancias sobre la estrategia del "brexit", y con una gran oposición de los ciudadanos, que han programado numerosas protestas. "Podremos empezar las conversaciones sobre cómo forjaremos una asociación comercial fortalecida, ambiciosa y a prueba de futuro" para después del 'brexit', afirmó May.

Antes de su visita, el presidente estadounidense encendió aún más los ánimos al declarar que se enfrenta a un Reino Unido "convulso" y sugerir que quizás se reúna con Boris Johnson, uno de los ministros dimisionarios.

A pesar de las diferencias en asuntos globales como el cambio climático, los aranceles comerciales o el acuerdo nuclear con Irán, May tratará de llegar a un consenso con Trump sobre la seguridad común y la futura relación comercial, según Downing Street.

En particular, el Reino Unido desea advertir al presidente de EEUU sobre una asociación demasiado cercana con el presidente ruso, Vladímir Putin, con quien el jefe de la Casa Blanca se entrevista el próximo lunes en Finlandia.

Como punto destacado de la agenda política, May y Trump tratarán esos y otros temas en una reunión bilateral mañana en la residencia oficial campestre de la primera ministra en Chequers, a unos 65 kilómetros de Londres.

En un evento de la llamada "diplomacia suave", los Trump serán recibidos por la reina Isabel II para tomar el té en el castillo de Windsor, a unos 40 kilómetros de la capital.

Los principales actos se realizan fuera de Londres para evitar en lo posible las numerosas protestas programadas en contra del líder republicano, que empezarán cuando se aloje con Melania en la residencia del embajador de EEUU en la ciudad.

También habrá manifestantes en los alrededores de la mansión de Blenheim, a 115 kilómetros de Londres, donde May agasajará con un banquete a la pareja, tras su llegada al aeropuerto londinense de Stansted desde Bruselas.