Theresa May ha abandonado Downing Street con paso rápido, acompañada de su marido y sin responder a los medios. El durísimo revés que ha sufrido en las urnas ha trastocado sus planes. Si bien tras conocer los resultados caminaba muy seria, intentaba sonreír a sus compañeros y tranquilizarlos.

"El Partido Conservador asegurará el cumplimiento del deber de dar estabilidad", ha afirmado May. No ha logrado revalidar la mayoría absoluta y le han llovido numerosas peticiones de dimisión. Pero ella resiste y formará gobierno con los Unionistas irlandeses.

Sin embargo, May no ha cumplido su promesa. El 20 de mayo tuiteó que dimitiría si perdía tan sólo seis escaños en el Parlamento. Finalmente han sido 12, el doble. Los conservadores han ganado las elecciones con 318 diputados. Los laboristas han dado el mayor subidón, con 261.

Exultante y jaleado por sus compañeros, el laborista Corbyn ha sacado pecho. "Ha quedado muy claro quién ha ganado las elecciones", ha dicho el candidato británico. Ante las cámaras, Corbyn no sabía si apuntar con el dedo o chocar los cinco.

En solo dos años Reino Unido parece estar a bordo de una montaña rusa. David Cameron arrasó con mayoría absoluta en las elecciones de 2015, pero el referéndum del 'Brexit' le obligó a dimitir. Theresa May le sustituyó convencida en una negociación dura con Europa sería la mejor estrategia. Una rígida posición que quería legitimar en las urnas y que, lejos de respaldarla, le ha supuesto un fuerte batacazo.