El estado de Texas ha ejecutado al preso Daniel López, un hispano de 27 años que había pedido que se acelerase la aplicación de su condena, impuesta por atropellar mortalmente a un policía en 2009.

Tras recibir la inyección letal, López se convirtió en el décimo preso ejecutado este año en Texas, la misma cifra que el estado sureño alcanzó en todo 2014.

López fue declarado muerto quince minutos después de recibir una inyección letal en la cárcel de Huntsville (Texas). Sus últimas palabras fueron: "Espero que esta ejecución ayude a mi familia y también a la familia de la víctima. Lo siento por haberlos hecho pasar a todos por esto, lo siento. Espero que nos encontremos en el cielo".

El caso de López se remonta a la medianoche del 11 de marzo de 2009 en Corpus Christi (Texas). Ese día, López agredió primero a un policía que trataba de detenerle por una infracción de tráfico y luego se dio a la fuga.

Durante la persecución, López atropelló mortalmente al agente Stuart Alexander, del Departamento de Policía de Corpus Christi, que estaba instalando un dispositivo pincha-llantas en la carretera. López, que en ese entonces tenía 21 años, nunca ha aclarado si el atropello fue intencionado o un accidente.

Durante su juicio, en 2010, López rechazó un acuerdo con los fiscales que le ofrecían una pena de cadena perpetua a cambio de que se declarase culpable y pidió que lo condenasen a muerte. Desde entonces, ha insistido en reiteradas ocasiones que se acelerase su proceso de ejecución. "No le veo el punto a esperar 20 años a que finalmente decidan ejecutarme", dijo el reo en una entrevista.

Pese a que López llevaba años expresando su deseo de morir lo antes posible, los abogados de oficio que tenía asignados recurrieron, en contra de su voluntad, a todas las instancias posibles para evitar la ejecución, pero finalmente, ninguno de los tribunales a los que apelaron concedió una suspensión, por lo que el preso fue ejecutado según lo previsto.