Sudán vive una situación absolutamente dramática, en la que buena parte de los hospitales no funcionan y casi todas las escuelas están cerradas. La guerra civil que golpea al país africano desde hace casi un año deja ya más de 12.000 muertos, millones de desplazados y una crisis humanitaria sin precedentes.

Allí, mujeres y niñas sudanesas aprenden a disparar en el patio de su colegio. Necesitan seguir vivas para defender a sus familias y deciden empuñar las armas por sus hijos o sus hermanos, muchos de ellos dentro, debatiéndose entre la vida y la muerte. "Nunca fuimos del ejército, pero nos trataron como a perros", explica uno de esos jóvenes heridos.

Ya hay nueve millones de desplazados por el conflicto, según Naciones Unidas. "Estamos hablando de la mayor crisis de desplazamiento de niños y niñas que hay en el mundo, ya va camino de los cuatro millones", lamenta Chema Vera, director ejecutivo de Unicef España.

Pero lo peor ya es el hambre. "En muchos de los estados donde se concentra el conflicto y que eran los mayores productores de alimentos, no han podido ni siquiera tener los alimentos esperados de la última cosecha", explica Julia Pastor, directora de Cooperación Internacional de la Cruz Roja Española.

Ya hay 18 millones de personas que pasan hambre, pero, tal y como lamenta Michael Dunford, director regional para África Oriental del Programa Mundial de Alimentos, con lo que está ocurriendo en Gaza y en Ucrania, "compiten muchas demandas". "Necesitamos más actores humanitarios presentes y siendo más activos en estas situaciones", reclama el doctor Christos Christou, presidente internacional de Médicos sin Fronteras.

Se necesita mucha más ayuda y también seguridad para poder entregarla, algo muy peligroso por "la violencia, el terreno" y "las distancias entre que hay entre unos poblados y otros", de acuerdo con Eloísa Molina, de World Vision International.