La situación en las 10 provincias turcas afectadas por los devastadores terremotos del lunes empeora conforme pasa el tiempo y, mientras el número de fallecidos no deja de aumentar, los supervivientes tienen problemas para cubrir sus necesidades más básicas con temperaturas que llegan a los -6 grados.

Sólo en Turquía los muertos, dos días después de los seísmos, superan los 6.000 y hay más de 37.000 heridos. Los periodistas turcos que informan desde las ciudades afectadas de Kahramanmaras, Hatay, Iskenderun y Malatya a primera hora del miércoles, más de 48 horas después del terremoto, coinciden en que hay cientos de edificios derrumbados donde no ha llegado ningún equipo de rescate y la gente suplica por ayuda.

Seray Kaya, superviviente del terremoto, explica que "ni siquiera hemos tenido una triste bebida caliente en dos días. Dormimos en la calle o con suerte en el coche. Hemos encendido una hoguera frente a la puerta de nuestros vecinos. Hoy nos hemos venido a la tienda de campaña pero nos estamos congelando porque hay agua debajo de ella. Nunca entramos en calor, nos estamos congelando".

HalkTV informó en directo desde Malatya de que las mujeres supervivientes, niños y ancianos se encontraban en terribles condiciones, sin acceso a necesidades básicas y con temperaturas de varios grados bajo cero. Y la desesperación crece porque en algunos edificios derruidos se pueden escuchar las voces de supervivientes atrapados a los que no se les puede ayudar por la falta de equipos especializados. "Nadie en la ciudad puede entrar en ningún edificio por el peligro de derrumbe. Ir al aseo, algo hasta ahora sencillo, es un problema muy grande. No hay agua en casa ni en las gasolineras", explica esa televisión sobre la situación. "La gente intenta calentarse en sus coches, pero no pueden rellenar el depósito porque no hay combustible en las estaciones de servicio", agrega.

Yildirim Kurt, un agricultor del distrito de Nurhak, en Kahramanmaras, una de las zonas más afectadas, dijo a EFE por teléfono que hasta ahora no había llegado ninguna ayuda a su pequeño pueblo.

Seyhan Asker, un reportero de Halk TV, informó esta mañana desde Islahiye, una localidad de Hatay de 60.000 habitantes donde vivían sus padres: "Todas las casas de la ciudad tienen que ser reconstruidas. Nadie puede vivir siquiera en las casas que no fueron destruidas. La mitad de las casas del pueblo están arrasadas".

Mustafa Kara, que perdió a su mujer en Kahramanmaras en el derrumbe de un edificio de nueve plantas, mostró su indignación en Halk TV: "¿Tan poca cosa es este Estado? No hay nada. No podemos enterrar a nuestros muertos. Hay cadáveres por todas partes". "Se han derrumbado más de 900 edificios. Si cada uno tiene entre ocho y diez apartamentos, ¿cuántas personas hay bajo los escombros? No hay electricidad, ni gasolina, la gente saquea los supermercados. No hay comida, ni leche para los niños", se queja ese vecino.