La historia de Elizabeth Holmes se remonta al año 2003. Una joven entusiasta de solo 19 años funda la empresa de biotecnología llamada Theranos. Ahí comienza un camino a lo más alto de Silicon Valley que termina hoy entre rejas.

Nada hacía presagiar lo que tenía guardado el destino para Elizabeth Holmes cuando decidió estudiar química en la Universidad de Stanford, en Estados Unidos. Durante sus años de universitaria decide crear una pequeña compañía que ofrecía servicios de tecnología de la salud y de laboratorio clínico.

Sus comienzos recuerdan a los del fundador del gigante Apple porque comenzó su vida empresarial en un sótano. Algunos medios llegaron a titular que Holmes era 'la nueva Steve Jobs'. Se dejó ver en numerosas ocasiones, incluso, con un jersey negro de cuello alto muy similar al que todos recordamos de Steve Jobs.

Su gran invento, su gran mentira

Su gran idea con la que intentó sacar el máximo partido era un sistema para hacer análisis médicos de sangre sin necesidad de utilizar una jeringuilla y con apenas unas gotas.

Theranos comienza entonces a hacer pruebas a miles de personas y en solo un año su sistema hizo que la empresa contara ya con 500 trabajadores y alcanzara un valor de 9.000 millones de dólares.

En el top de la lista Forbes

Con este éxito, Elizabeth Holmes empieza a buscar inversores por todo el país. Su imagen de mujer triunfadora le abrió las puertas y las carteras de algunos millonarios de la élite estadounidense. Así consiguió captar 1.000 millones de dólares y logró la atención mediática y de personajes como el expresidente Bill Clinton.

A la misma velocidad que su carrera iba hacia arriba, la joven vio crecer su fortuna. La lista Forbes la incluyó en su lista de las mujeres con más dinero del mundo con un patrimonio personal de 4.500 millones.

El castillo de sangre se tambalea

Su imagen se convirtió en una de las figuras del momento en la mítica Silicon Valley. Se codeaba con los gigantes económicos. Hasta que las dudas su kit personal para hacerse análisis de sangre comenzó a generar dudas.

En un principio, consiguió esquivar la polémica amparándose en el secreto profesional y de patente, pero ese castillo de naipes se movía tanto que no tardó en caer.

El diario The Wall Street Journal destapó el escándalo. La empresa nunca desarrolló la tecnología que Elizabeth aseguraba que utilizaba en sus análisis de sangre. Incluso no se cumplían en muchos casos condiciones mínimas, por ejemplo, de temperatura.

Una caída inevitable

Cuando los medios apuntaron al engaño de Elizabeth Holmes, ya no tuvo escapatoria. Tuvo que ir a juicio por estafa que se celebró hace casi año y medio, pero la espera llega a su fin.

Primero la ciencia le dio el primer golpe y este martes la justicia le da el segundo. Tendrá que cumplir una pena de cárcel de 11 años en la prisión de mujeres de Bryan, en el estado de Texas.

Ahora, tendrá que olvidarse del chalet de 13.000 dólares mensuales en el que ha estado viviendo. A Elizabeth Holmes le toca compartir una pequeña celda con otras tres mujeres.

¿Y qué fue de su enorme fortuna? Se esfumó. Ya Forbes no se acuerda de ella en sus listas y solo la recordarán los estadounidenses como una de las grandes estafadoras de este siglo. Incluso ya se ha hecho un serie de televisión que cuenta su historia.