La falta de lluvias y el gran aumento de las temperaturas que ha habido este verano están provocando que gran parte del mundo esté sufriendo una sequía extrema.

Una complicada situación que ha hecho que en muchos países como España deban poner restricciones al consumo del agua, pero que también ha dejado al descubierto grandes tesoros que llevaban años ocultos bajo el agua.

En lugares como el sur de China, el nivel del agua del río Yangtzé ha bajado tanto que ha dejado al descubierto estatuas budistas de más de 600 años de antigüedad. Toda una joya de la historia que hasta ahora no podíamos ver.

Además, en otros puntos del mundo, como en el Parque Estatal de Texas, se han encontrado unas huellas de dinosaurios y en nuestro país, la escasez de agua ha puesto al descubierto un antiguo campamento romano.

Verdaderos secretos que hasta ahora no podíamos apreciar y que ahora vuelven a la superficie, siendo posible ver barcos de la Segunda Guerra Mundial que hasta ahora habían permanecido en el fondo de un río de Italia o las llamadas 'piedras del hambre' que se encuentran en Alemania. En concreto, se trata de unos guijarros que están marcados con fechas o inscripciones que conmemorar épocas de penurias.

Grandes secretos que podemos apreciar pero que la historia nos recuerda que su sitio ya no pertenecía a la superficie, sino al fondo del agua.

China vive su mayor ola de calor

En la historia del clima no hay precedentes de una ola de calor como la que se está viviendo en China. Decenas de ríos y lagos están desapareciendo, provocando que la sequía ya haya dejado sin agua a 400 millones de personas.

El lago Poyang, había sido hasta ahora el más grande de China. Sin embargo, en estos tres meses se ha quedado casi seco.

Algunas regiones llevan casi 80 días seguidos con temperaturas que alcanzan los 45 grados y no bajan de 35. La sequía y el calor abrasador afecta aproximadamente a la mitad del territorio del país. De hecho, ya hay más de 500 ciudades en alerta por calor extremo.

La agricultura, la producción de energía y la distribución de suministros, se están viendo seriamente afectadas, algo que acabará repercutiendo a nivel global.

Para evitar que se pierdan las cosechas, las autoridades tratan de provocar las lluvias. Para ello utilizan drones o tanquetas que disparando varillas de yodo a las nubes, para que se formen cristales de hielo y se conviertan en precipitaciones.

Además, el calor abrasador y la falta de precipitaciones ha favorecido la propagación de incendios, provocando que decenas de barcos queden varados y que ciudades como Shangai o Hanzhou con las míticas luces de sus edificios, ahora están a oscuras.