La política del "pragmatismo"
De salvar el planeta a ignorarlo: el nuevo mapa del clima en la política global
¿Por qué es importante? Estados Unidos da la espalda al Acuerdo de París y Trump lo llama "estafa", mientras líderes radicales como Milei atacan a los humanos. Europa avanza con cautela, los jóvenes se desesperan por la falta de acción, y el planeta sigue calentándose.

Hace diez años, Estados Unidos tenía un presidente que hablaba del Acuerdo de París como si fuera nuestra última oportunidad de salvar el planeta.Obama: "Representan la mejor oportunidad que tenemos de salvar el único planeta que tenemos".
Hoy, ante la ONU, su sucesor dice exactamente lo contrario. Trump: "El cambio climático es la mayor estafa perpetrada en el mundo". No es solo negarlo, es atacarlo. Y advierte, con su estilo habitual: "Gente estúpida que le cuesta fortunas a sus países y no les deja oportunidades de éxito". Suena a amenaza. Y conociéndole… lo es. Sus seguidores cierran filas, y de repente, el ecologismo se convierte en enemigo.
En América Latina, voces como la de Javier Milei recogen ese mensaje y lo llevan al extremo: "Pasamos a un ambientalismo fanático donde los seres humanos somos un cáncer que debe ser eliminado". La extrema derecha internacional lo aplaude. Mientras tanto, Europa intenta no quedarse atrás… aunque con pasos más cautos.
Cuando Estados Unidos se salió del Acuerdo de París, Emmanuel Macron lanzó su propio mensaje: "Hagamos a nuestro planeta grande otra vez".
Hoy, ese entusiasmo se ha vuelto más medido. Más pragmático. Más europeo. Ursula von der Leyen: "Tenemos que ser capaces de adaptarnos, ser flexibles y pragmáticos".
Pragmatismo: la palabra que resume la postura de una Europa cercada por la extrema derecha y por una juventud que vive con tanta precariedad que apenas tiene tiempo para pensar en Greta Thunberg. Y Greta lo dice claro: "Solo habláis de dinero y de cuentos de hadas de crecimiento eterno".
El mensaje es simple: o hacemos algo real, o el dinero seguirá ganando terreno y el planeta pagando el precio. En esta nueva agenda internacional, el clima ya no es solo una cuestión científica. Es política, ideológica y económica. Y, sobre todo, es urgente.
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